Tienen entre 11 y 18 años. Durante el curso hacen verdaderos malabarismos para compaginar la educación reglada con sus estudios en conservatorios y escuelas de música sin perder de vista, en algunos casos, otras actividades extra-escolares. Pero llegado el verano y, en teoría, las vacaciones, ellos y ellas prefieren seguir pegados a los sonidos. Por eso, el próximo sábado 13 volverán a reunirse en la Escuela Municipal Luis Aramburu para iniciar una nueva edición del encuentro anual que propone Udaband, una agrupación en la que aprender, convivir, compartir y, por supuesto, actuar.

De hecho, la iniciativa dirigida por Ana Isabel Bravo, no para de crecer. En este 2019 va a contar con 15 nuevos participantes, llegando a 38 intérpretes procedentes, en su mayoría, de distintos puntos del territorio. Además, la concentración va a durar dos días más que el año pasado “y aún así no nos va a dar tiempo a todo”, sonríe la saxofonista, que vuelve a contar con una amplia y experimentada red de colegas sobre las tablas que van a sumar su trabajo y conocimientos en lo que va a suceder hasta el día 20, nombres veteranos y nuevos en esta propuesta como Iosu Izaguirre, Iker Uriarte, Virginia de la Casa, Eider García de la Torre y Asier Urreta.

Cada jornada, desde las diez de la mañana a las seis de la tarde, se sucederán los ensayos programados para preparar la decena de temas que se ofrecerán en el concierto que el grupo dará el mediodía del sábado 20 en Falerina, la excusa, por así decirlo, para trabajar y aprender entre todos de forma distinta a lo que sucede el resto del año. “Están acostumbrados a tocar solos en su casa, estudiando en una cabina o en una habitación. Aquí se juntan y se les ve muy animados porque tienen la oportunidad de hacer música en grupo. Es lo que más tratamos de transmitir, el escuchar a los demás, saber que eres una pieza de algo más grande. Eso es algo que igual durante el curso no trabajan tanto porque están más centrados en lo individual de cada instrumento”, apunta Urreta, a lo que García de la Torre añade que en Udaband “ves que hay otros 37 chicos y chicas como tú y tocar con ellos mientras entre todos salen buenos temas es muy estimulante, es ver que tu trabajo de todo el año da frutos y te encuentras con gente que está en tu misma situación”. De hecho, como describe Uriarte, “les ves que no les sale una canción y cuando llega un descanso, vuelven a ella y se ponen a tocar como locos. Ver que eso sucede es impresionante porque te das cuenta de que se ha conseguido meterles ese gusanillo. En la música encuentran una vivencia acojonante. Al final, en la música lo importante es eso, la vivencia”.

Al margen de preparar su actuación, los días 17, 18 y 19 también acudirán al taller sobre brass band que impartirá Iñaki Rodríguez, aprovechando la presencia de la Iruña Jazz Brass Band en la capital alavesa para protagonizar la sección Jazz en la Calle. Es más, junto a sus nueve componentes, los jóvenes músicos harán un recorrido colectivo y sonoro el sábado 20 por la tarde.

Con todo, y aún sabiendo que, por ejemplo, quienes van a dormir al albergue de la Catedral Santa María querrán seguir tocando antes de irse a descansar, no todo pasará por interpretar ya que es igual de importante escuchar. Por eso, aprovecharán la programación oficial y paralela del certamen para acudir a actuaciones como la de Nubya Garcia en el Principal, acercarse al cartel del Dazz y asistir a uno de los ensayos de la Banda Municipal de Música de Gasteiz previo al concierto que la agrupación dará el 17 en Mendizorroza junto al pianista Marco Mezquida, el saxofonista Ernesto Aurignac y el batería Ramón Prats. “Parece mentira, pero muchos de estos chicos y chicas hacen música pero no van casi a actuaciones. A muchos les preguntas: ¿el resto del año, qué tipo de música escuchas? Y te dicen: no, yo no escucho música. Parece como algo antinatural. Por eso aquí también hacemos un trabajo en ese sentido”, dice Bravo.

Punto de encuentro “Una de las mejores cosas de este proyecto es ver cómo el que tiene 11 años se lleva genial con el de 18” a pesar de que en esta época de la vida las diferencias de edad se notan y mucho. Pero “hay algo en común, la música” remarca la saxofonista y alma de la propuesta. De hecho, como describe Izaguirre, “lo primordial es que los chavales se lo pasen lo mejor posible y ganar adeptos para la secta de la música en particular y de la cultura en general”.

El contrabajista asume que “te encuentras con un grupo, como es lógico, que no tiene un nivel uniforme. Entre otras razones, por eso este encuentro es un reto”, en el que es necesario también hacer un gran trabajo previo que en ocasiones no se sabe si va a ser efectivo hasta que empieza la concentración. Un maratón en el que, por otro lado, “no deja de ser complicado enseñar en un tiempo tan comprimido”, como comenta Uriarte. Por eso, dice De la Casa, “como profesor resulta más fácil contar las cosas a quien tiene interés por aprender algo nuevo. El gusto por probar y arriesgarse es importante y aquí encuentras a gente joven que está con esa predisposición”.

En este sentido, quienes hoy son músicos y profesores recuerdan esas ganas cuando también usaron algunas de sus vacaciones para apuntarse a cursos especiales o clases magistrales. Coinciden al decir que las expectativas pasaban por “disfrutar, pasarlo genial, conocer gente y aprender”. “Era volver a encontrarte con gente que igual no veías en un año. Y seguramente por eso hemos seguido muchos en la música. Al final, estabas esperando todo el año a que llegase ese encuentro para coincidir con amigos para tocar música y a aprender”, destaca Urreta.