En el horizonte más cercano está Barcelona. Pero la agenda de conciertos no para, incluyendo el Resurrection Fest. Hay que seguir haciendo camino mientras ponen de largo su último disco, el reciente The Silver Ghost, un álbum que supone dar otro paso internacional más para Childrain, puesto que los vitorianos lo han lanzado con la discográfica holandesa Graviton. La apuesta es por todo lo alto y ha tenido su primera gran prueba de fuego en este mes que ahora termina con la gira europea que ha llevado a la banda por Alemania, República Checa, Bélgica, Austria, Hungría y Croacia.
No ha sido el debut de los gasteiztarras fuera del Estado. Ya saben lo que es tocar y triunfar en Portugal y Francia, pero este tour puede significar un antes y un después, sobre todo porque a nadie se le escapa que la escena metalera tiene mucho más peso en otros países cercanos. Además, estos conciertos se han producido en el marco del Easter In Hell Tour, que la referencial banda norteamericana Six Feet Under -liderada por Chris Barnes- ha realizado por el viejo continente. Así, Childrain ha compartido camino con los de Florida y los también norteamericanos Short Fuse, Morose Vitality y Dead Eyes Always Dreaming (cada noche, a los alaveses les ha tocado actuar en tercer lugar). “Ha sido increíble. Todos los de la banda estamos con cierto estado de depresión porque se ha acabado. Eso quiere decir que la experiencia ha superado por mucho las expectativas que teníamos”, apunta el cantante Iñigo Bengoa a su regreso a casa.
La primera parada de la gira se produjo en Alemania el pasado día 11, justo cuatro días después de la actuación de Childrain en su ciudad, en una Vitoria en la que es más que probable que no vuelvan a tocar en bastante tiempo. Tras esa actuación en la sala From Hell de Erfurt le siguieron otras nueve consecutivas por ciudades como Viena, Budapest, Zagreb... hasta llegar a Essen, donde tuvo lugar la última cita.
“Hemos estado en unas condiciones muy buenas. Todo los viajes han sido en un autobús de lujo, con unos caterings cojonudos... hemos visto todas las facilidades de una gira de esta categoría. Lo único raro es que ha habido momentos en los que estábamos un poco desorientados porque no sabíamos si estábamos en Hungría o en Alemania o... Pero más allá de esa pequeña locura, todo ha sido alucinante. De hecho, el jefe de nuestra discográfica nos vino a ver a uno de los conciertos y le dijimos que queremos otra gira europea ya”. Todo se andará.
Lo cierto es que, no hay que ocultar que por el tirón de Six Feet Under, en siete de los diez conciertos, los vitorianos han actuado ante salas con todo el taquillaje vendido. “La respuesta de la gente ha sido muy buena, aunque ha habido sitios donde las cosas han ido mejor, como en República Checa, que la gente está como una cabra”, ríe Bengoa. Como mínimo, los alaveses se han vuelto “con unos números muy buenos en cuanto al merchandising” y no pocas experiencias. Eso sí, de regalos en forma de instrumentos u otros caprichos musicales, nada de nada: “en el avión de vuelta no podíamos meter nada extra, así que...”.
En lo musical “Hemos vuelto agotados, muy cansados, pero eso no es ningún problema”. Al fin y al cabo, la exigencia de una gira tan intensa se tiene que notar, pero como dice la sabiduría popular, sarna con gusto, no pica. Sin olvidar, que el tour ha supuesto llevar su propuesta musical hasta miles de personas en un tiempo récord.
Más allá de que hasta el día 20 -cuando tuvo lugar el último concierto- cada jornada transcurrió en una ciudad y casi en un país distinto, más o menos las rutinas se mantuvieron durante todo el tour. Es decir, después del festival de cada noche, subir al autobús especialmente acondicionado y carretera, llegar hacia el mediodía al siguiente destino, echar una mano con el montaje, hacer la prueba de sonido y esperar hasta más o menos las nueve o nueve y media de la noche, que es cuando les tocaba actuar. Entre medio, unas cuantas horas libres que los vitorianos aprovecharon para hacer algo de turismo.
“Todo ha sido bastante fácil. Lo del autobús ha sido una maravilla. Al que tenga dudas, que se olvide. Yo dormía nueve horas cada día sin problemas”, sonríe el cantante, que si tiene que poner un pero a lo vivido es que “nos hubiera gustado llevar a nuestro técnico de sonido. Es lo único que hemos echado de menos. Es a lo que estamos acostumbrados, pero bueno, ya sabíamos desde que salió la posibilidad de esta gira que no podíamos contar con esa parte”.
En lo personal Eso sí, no hay duda de que en paralelo a la experiencia musical vivida se encuentra el ámbito de lo personal, la convivencia realizada con las otras bandas y el personal de la producción de la gira. “Es evidente y no lo puedes negar: antes de ir tienes un poco de ansiedad, algo de precaución porque, al final, te vas lejos y con gente desconocida”. Pero esa barrera lógica se derrumbó muy rápido. “Al segundo día, los cinco estábamos encantados y se nos habían olvidado todos esos posibles miedos”.
En este sentido, el cantante apunta que “es increíble lo que te unes a absolutos desconocidos durante diez días. Hemos estado las cinco bandas más todo el equipo de producción de la gira y desde el primer día, todo fue genial. No hubo excepciones. De hecho, cuando tocó despedirse hubo hasta alguna lágrima”. Una relación que también se dio con la banda protagonista del tour. “De Six Feet Under habíamos oído que eran de trato difícil pero de eso nada. Chris Barnes, que para mí es una leyenda absoluta del death metal, no es majo, es lo siguiente. Venía a hablar con nosotros y vio varios shows completos. Decían que era intratable y que tenía mucho ego pero la verdad es que es un tío superhumilde, supermajo, que nos quiso hasta pagar las camisetas de Childrain que le quisimos regalar. Un tío increíble”.
Con ese bagaje, como es comprensible, la banda lo tiene claro: “ésta tienen que ser la primera de muchas otras giras por el extranjero”. No en vano, el cantante asegura que “es lo mejor que he hecho en mi vida”, un tour inicial que es más que probable que tenga próximas partes no dentro de mucho. De momento, eso sí, espera Barcelona. Hay que seguir presentando The Silver Ghost.