Vitoria - Tras la prueba acústica cerrada al público que la Banda Municipal de Música de Vitoria hizo el 11 de diciembre y después de recibir la autorización de las autoridades de la época, el 18 de diciembre de 1918, el Nuevo Teatro alzó por primera vez su telón de la mano de la compañía Garnieri-Marchetti. Hoy, justo cien años después, el mismo escenario (aunque desde mediados del siglo pasado se llame Principal) está de aniversario, un cumpleaños especial que, como no podía ser de otra forma, se va a producir con las tablas iluminadas y los espectadores en sus butacas.

De hecho, casi desde el primer momento en que se pusieron a la venta, todas las entradas para la cita de esta tarde a las 20.30 horas volaron de la taquilla. A los presentes les estará esperando una actriz que no necesita de presentaciones, Lola Herrera, que ha retomado uno de sus espectáculos más exitosos, Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes. “Nunca doy por hecho que el teatro al que voy se vaya a llenar. Nunca lo he hecho. Cada día es una nueva función y un nuevo reto. Es más, me sigue sorprendiendo la respuesta del público. He trabajado mucho a lo largo de mi vida, y he tenido suerte en este sentido”, apunta la intérprete, que asegura que “para mí siempre es una celebración saber que el teatro está lleno. Me gusta que me den los detalles, que me digan cómo van las ventas. Saber que las entradas se han agotado y que ha pasado en poco tiempo es muy positivo”.

Aunque, como declara en esta entrevista a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, “es evidente que en cada función pongo los cinco sentidos y lo doy todo”, Herrera no pierde de vista que hoy es un día especial para el teatro que la vuelve a recibir. “Estar en una celebración de este tipo siempre es agradable. Amo el teatro, es mi casa. Que un teatro esté cien años abierto y funcionando es una maravilla”, relata, mientras reflexiona: “que dure hoy un teatro cien años es casi un milagro. En esos cien años, han caído otros muchos por el camino. Se han hecho muchos auditorios y esas cosas, unos con más acierto, los menos, que otros. Pero también se ha cerrado y tirado muchos teatros en este país, espacios que eran una maravilla y que ya no están”.

En este Principal, por cierto, estuvo por última vez Herrera justo cuando apareció el proyecto de volver a llevar a escena Cinco horas con Mario. En 2016 se cumplieron 50 años de la publicación de la novela de Delibes y apareció la posibilidad de recuperar la versión escénica. “Yo estaba empezando los ensayos de La velocidad del otoño”, obra protagonizada junto a Juanjo Artero con la que estuvo en La Blanca de ese año. “Se decidió volver a hacer el montaje y nos fuimos al Reina Victoria, donde íbamos a estar cuatro semanas, aunque al final fueron seis. Se levantó mucho polvareda y empezaron a llamar programadores de todos los sitios para que fuésemos. Pero yo tenía que volver a La velocidad del otoño y se decidió salir de gira con Cinco horas con Mario más adelante”, un tour que hoy pasa por la capital alavesa, aunque ver la agenda de representaciones de la producción casi marea.

Cabe recordar que la primera vez que Herrera se metió en la piel de Carmen Sotillo fue en 1979 bajo la dirección de Josefina Molina. Fue todo un éxito de crítica y público, algo que se ha repetido en estas casi cuatro décadas cuando la intérprete vallisoletana ha regresado a este personaje. A través de ella se llevaba a escena un monólogo que, en realidad, es una conversación, un diálogo a corazón abierto, entre una mujer joven que, de repente, se ha quedado viuda, y el cuerpo presente de su marido. “No sabía que el personaje de Carmen me iba a sorprender una vez más, que Delibes me iba a sorprender una vez más. Desde los primeros ensayos me di cuenta de eso, de que todavía seguía descubriendo alicientes y que hoy hay nuevas ópticas para ver lo que plantea el montaje. La distancia en el tiempo nos ha permitido ampliar el horizonte. Eso me está dando mucho placer. Y al público lo mismo. Cuando uno está bien haciendo una cosa, no hay más que hablar. Si disfruta el público y yo, ¡qué bien!”.

Lo privado y lo público se funden en este texto, en una creación que es testigo de una época. “La situación que retrata de la mujer es muy clara” en un pasado “que es reciente”, un ayer no tan lejano “que yo también viví en primera persona”, en el que la negación de la mujer era la norma general. A ese contexto social se mira de cerca, así como a las relaciones personales de esta pareja de clase media alta de una ciudad de provincias con todo lo que ello supone, a la situación de una esposa que reprocha a su marido su falta de ambición y su moral, a... Así lo revivirán quienes acudan hoy al Principal, un inmueble que ya ha conocido en primera persona esta historia, aunque en las últimas ocasiones que Herrera ha estado en la calle San Prudencio ha sido con otras propuestas escénicas.

Hoy, el Principal se hace centenario. Está previsto que Herrera, además, diga algunas palabras en este sentido. No hay mejor manera para un escenario que celebrar un cumpleaños así que trabajando. Y qué mejor que compartir eso con una de las intérpretes más respetadas, premiadas y queridas del teatro, la televisión y el cine. ¡Por otros cien años más!