La soledad en el espacio hacia un destino final. De eso es de lo que habla High Life de Claire Denis, filme que se presentó ayer en la Sección Oficial del Zinemaldia. La cineasta francesa, que ha rodado con un reparto internacional de estrellas entre las que destacan Robert Pattinson y Juliette Binoche, no negó una influencia de Andréi Tarkovski en esta cinta. No en vano, el ruso adaptó en 1972 la novela Solaris, de Stanislaw Lem, en la que ya abordaba la soledad del hombre en el espacio. Pese a todo, a Denis no le interesan los “monstruos” del espacio como los retratados en Alien, de Ridley Scott, dado que su filme, como el de Tarkovski, demuestra “que la ciencia ficción es algo terrestre”.

En este caso, la realizadora habla sobre un viaje espacial y de una nave compuesta por una tripulación “sin futuro”: condenados a pena de muerte, a los que se les conmuta dicho castigo por viajar a las estrellas en busca de información sobre agujeros negros, un recorrido al infinito a la velocidad de la luz sin posibilidad de retorno.

Además, la médico de la embarcación sideral, interpretada por Binoche -compite en la Sección Oficial con este filme y con Vision de Naomi Kawase-, intenta conseguir que durante el trayecto, y a pesar de la radiación, los embarazos a bordo sean viables. Eso sí, inseminando a las mujeres de la nave con el esperma de los hombres, pues en dicho viaje las relaciones sexuales están prohibidas.

El éxito de dicho experimento y el nacimiento de un bebé es lo que hace que arranque y avance la película, dado que pone a un solitario Pattinson en la obligación de cuidar de sí mismo y del recién nacido, después de que toda la tripulación -presente mediante flashbacks- haya desaparecido. “Hacía tiempo que me rondaba la idea de un hombre sin esperanza lejos en el espacio. Todos habían muerto, menos un bebé. El hombre no podía morir porque no podía dejar a la niña sola hasta que esta se convirtiese en mujer”, explicó Denis ayer en la rueda de prensa posterior a la proyección.

Asimismo, afirmó que “la palabra sexo” le parece “fea” y prefirió hablar del “deseo” que sienten los personajes y, pese a la opinión generalizada de la prensa, que la considera una obra llena de individualismo y pesimismo, Denis se defendió diciendo que la “especie humana es solidaria” y que los personajes que ha esbozado no son “tan egoístas”: “Hay mucha ternura en esta película”, se escudó.

Pattinson, estrella conocida por la juventud por su participación en la saga de cine vampírico para adolescentes Crepúsculo, interpreta a “un hombre sin un plan”, “que no tiene dirección y no se sabe a dónde va”. El actor comentó que tenía ganas de hacer un papel “más físico” que cerebral y Denis aprovechó la ocasión para bromear y afirmar que el estadounidense antes de comenzar el rodaje no entendía el desarrollo de la historia -“me parecía tan joven”- pero, que al final, lo hizo.

sin tanta polémica High Life llegó a Donostia tras su exhibición en el Festival Internacional de Cine de Toronto, donde según narran las crónicas, la gente salía de la sala por su crudeza, la violencia de las imágenes y lo explícito de las escenas sexuales. En el caso del Zinemaldia, si bien es cierto que durante el pase de prensa y acreditados de la mañana hubo quien abandonó el auditorio del Kursaal, fueron los menos.

Denis ha rodado un filme feista, donde en vez de presentar una nave espacial más acorde con el imaginario actual -higienista y de última tecnología-, nos enseña una tartana que hace las veces de cárcel en la que los fluidos humanos (orina, semen, sangre y otros) inundan las paredes y hasta las bebidas.

La realizadora francesa es también la responsable del libreto que cuenta con un final abierto, relacionado, según reconoció la propia directora, con el hecho de que le resultaba difícil entender y, por lo tanto, transmitir ciertos conceptos astrofísicos, adquiridos durante la preparación del proyecto.