Vitoria - No es la primera vez que el Secun de la Rosa dramaturgo y director acude a Gasteiz con uno de sus proyectos. Hoy, en el centro cívico Hegoalde a las 20.30 horas, lo hace con Los años rápidos, obra a la que dan vida Cecilia Solaguren, Sandra Collantes, Pepa Pedroche y Marcial Álvarez.
En taquilla quedan algo menos de 50 butacas libres. ¿Llegar así da tranquilidad, no?
-Es toda una alegría. Encontrarte con que la gente tiene interés por ver lo que proponemos es emocionante.
Ya pueden estar los espectadores atentos además porque la obra cumple en su duración lo que dice el título, es rápida.
-Sí, sí, estamos en una hora y diez, algo menos. Cada historia tiene un tiempo y Secun no necesitaba más para contar lo que quería. Además, la función va también muy rápida, va como un tiro (risas). Lo mejor que nos está pasando es que la gente se está quedando con ganas de más y eso está muy bien. Pero vamos, que da tiempo a ver, disfrutar y a conocer a los personajes.
Eso sí, a pesar de esta corta duración, recorren las últimas cuatro décadas para demostrar, en cierto modo, que tampoco hemos cambiado mucho.
-Efectivamente. Estamos hablando de una familia donde las relaciones son muy intensas y eso ha cambiado poco, por no decir nada. Ha evolucionado la tecnología y parece que estamos todos hiperconectados, aunque no siempre sea así. Aquí hablamos de lo importante que es lo que te une a otro ser humano, a un hermano, a una familia, con los que a veces estamos muy cerca, aunque en lo que respecta a la mentalidad de cada uno, otras veces estemos muy lejos.
En realidad, esa familia que presentan en un barrio obrero del principio de la Transición podría ser la de cualquiera...
-Eso es. Secun sitúa todo en su ciudad, en Barcelona, en uno de esos edificios construidos por la oficialidad para ubicar allí a los que venían a las ciudades de otras zonas. Era gente muy luchadora, obrera y con pocos recursos económicos. Creo que ante ese retrato, todos, en algún momento, nos podemos sentir identificados. ¿En qué ciudad no hay un barrio de este tipo? A partir de ahí, a lo largo de cuatro décadas, vemos la evolución de una familia que se puede trasladar a cualquiera. Es más, siempre que hemos hecho la función, todo el mundo se identifica con alguno de los personajes. Creo que Secun ha conseguido, con bastante maestría, pasar de lo domestico a lo universal. A mí es lo que más me gusta de la función, que de una historia muy pequeña conseguimos trascender.
Para lograr que el público salga...
-La función del teatro es conmover. Entras en la sala de una manera y sales de otra. Una vez, un espectador nos comentó que después de salir de la obra, tenía ganas de ir a casa para abrazar a su madre. Eso me emocionó. Es verdad que cada uno reacciona de manera muy distinta. Pero creo que lo importante es que nos vayamos a casa o a donde sea menos tensionados, más abiertos al mundo.
¡Qué difíciles son las relaciones de familia!
-¡Madre mía! Son lo más complicado, aunque también lo más bonito y necesario. ¿Cuántas veces están con los tuyos recordando lo mismo y cada uno tiene una versión diferente? En una familia estás muy cerca pero también muy lejos. En esta obra, al final lo que hace que todo se recomponga es el amor, que te tiene que unir más que separarte.
¿En el proceso de preparación seguro que compartieron muchos recuerdos personales?
-Muchísimos. En los ensayos hubo mucha alegría, risas y muchos recuerdos.
El montaje se estrenó en septiembre. Ahora toca girar. ¿La crisis ha pasado y todo es maravilloso o...?
-Nunca he sido productora tan al pie del cañón como ahora. Es un trabajo complicado, difícil pero también posible. Es verdad que las cosas han cambiado mucho de cuando yo empecé a actuar. Entonces hacíamos giras de meses y pasaba por Madrid un día o dos. Ahora han cambiado las cosas para todos. Por una parte, es complicado. Sí, pero como para cualquier empresa. Pero por otra, es posible. Si confías en lo que tienes y en tu trabajo, todo es un poco más fácil. ¿A pesar del texto tan maravilloso de Secun y del trabajo tan bueno que hacen Sandra, Pepa y Marcial, nos podíamos haber pegado un batacazo? Sí, pero es que esto del teatro es impredecible. Por eso es tan bonito y complicado. El teatro siempre está ligado a ese estado de incertidumbre creativa maravillosa y complicada. Nosotros, con este montaje, queremos hacer las cosas bien y creo que lo estamos consiguiendo.