U2, el grupo de rock más mediático, con permiso de The Rolling Stones, ha entregado Songs of experience (Universal), un disco controvertido (como todos los suyos) y que se mueve entre la esfera personal de Bono y la externa entre canciones menos épicas de lo habitual. Además, el veterano Van Morrison publica Versatile (Music as Usual), un disco de jazz que se nutre de clásicos y temas propios, y que confirma el estado hIperactivo del aitite de Belfast.
U2 está a punto de cumplir 40 años. Experiencia no les falta a los de Dublín; ni cariño popular, que se traduce en 170 millones de discos vendidos y que Songs of experience, su actual y 14º disco de estudio, haya entrado directo al Nº 1 de I-Tunes en todo el planeta. Su regreso busca refrendar su poderío y grandilocuencia mediática, estatus consolidado tras los números de su última gira, la más exitosa de 2016, en la que festejaron el 30º aniversario de The Joshua Tree con 2,7 millones de personas.
Grabado en Dublín, Nueva York y Los Ángeles, surge como la continuidad de Songs of innocence (2014), que incluía algunas canciones simples y directas de buen pop pero estaba muy lejos de sus mejores trabajos, hasta Atchung baby; incluso de experimentos a reivindicar como los denostados Zooropa y Pop.
El álbum, inspirado, como el anterior, en una serie de poemas de William Blake denominados Songs of innocence and experience, cuenta con la participación de varios productores (Jacknife Lee y Steve Lillywhite, entre ellos) y un sonido moderno aunque impactante e inmediato que parece rehuir la épica habitual del cuarteto.
Songs..., que arroja esperanza y aboga por el amor y la concordia en esta sociedad oscura, insolidaria y distópica (“este no es tiempo para estar vivo”, canta Bono), carece de clásicos a la altura de One, Sunday bloody Sunday o With or without you o Pride. Eso sí, busca las masas con la inmediatez comercial de Get out of your own way y Love is bigger than anything in his way, con melodías y coros reconocibles y un sonido bailable y contemporáneo.
A falta de escuchas más serenas, el disco se acerca al precipicio en la apertura, con la balada Love is all we have left, arropada por un mar de teclas épicas y la voz filtrada por el horrible auto-tune, y tras escuchar la balada AOR The little things that give you away, la azucarada Landlady y el guiño electrónico de Love is bigger than anything in his way. U2 no se despeña gracias la rockera y glam American Soul, en la que participa Kendrick Lamar; la simplicidad ingenua de Summer of love; el gran estribillo de The showman; o las guitarras y bajos distorsionados de The blackout, sobre un ritmo casi bailable.
imparable Menos mediático y más activo se muestra Van Morrison. Mientras U2 ha tardado tres años en entregar su álbum, al autor de Moondance, rendido a un ritmo laboral estajanovista, edita Versatile apenas dos meses después de Roll with the punches, un reverencial homenaje al blues aunque sin su habitual carga emocional.
El cascarrabias todoterreno pasa del blues al jazz en Versatile, su 38º disco, en el que alterna temas propios y clásicos popularizados por Chet Baker, Frank Sinatra, The Righteous Brothers, Tony Bennett y Nat King Cole firmados por los Gershwin o Cole Porter. “Grabar estas canciones, especialmente los estándares, me dio la oportunidad de estirar mi voz y volver a la música que originalmente me inspiró a cantar”, explica.
Grabado con su banda (el pianista Paul Moran, el guitarrista Dave Keary...), es una gozada repleta de solos fantásticos (más justos lo de Van al saxo) entre atmósferas de club refinado, precisión matemática en la voz y un tiempo calmo, de crooner a lo Blue Note. ¿Y el repertorio? Pura melancolía, bien en los temas propios (certeras revisiones de I forgot that love existed, Start all over again o Only a dream aunque no superan las originales) o en versiones de Let’s get lost (rescatando, como In Tiburon, a Chet Baker), Unchain melody o A foggy day.