Bilbao - La película Psiconautas, los niños olvidados, que se hizo con el Goya 2017 al mejor largometraje animado, continúa dando alegrías a sus directores, Pedro Rivero y Alberto Vázquez. La última ha sido estar entre los 26 filmes preseleccionados que optan a ser candidatos a los Oscar. Con una gran carga social y dirigido a un público adulto, este trabajo, protagonizado por seres antropomórficos, ha logrado numerosos reconocimientos desde su estreno el pasado 24 de febrero en los cines, como el Premio Platino de cine iberoamericano, dos premios de la asociación de animación europea EAA y el premio del festival italiano Imaginaria.
¿Cómo recibieron la noticia de que ‘Psiconautas’ estaba entre los 26 filmes preseleccionados para los Oscar?
-Psiconautas ha sido un trabajo que ha tenido muy buena acogida internacionalmente. No pensábamos que la película podía tener la posibilidad de llegar a la antesala de los Oscar, pero finalmente ahí estamos. Hace un mes se estrenó en América y fue bastante satisfactorio para nosotros, porque recibió una enorme acogida entre los espectadores. Por otro lado, no podemos pensar que nuestra película va a verse de la misma manera por los académicos de Hollywood, que el último largometraje de Pixar, o cualquier otra producción mega millonaria, ya que esa categoría de trabajos tiene, desde su inicio, otro tipo de expectativas. Para nosotros la nominación sería, como ya he dicho, un reconocimiento total, como ya le pasó a Vigalondo, por ejemplo, que su candidatura supuso un empujón para sus trabajos posteriores.
¿Cómo cambiaría su carrera tras lograr un Oscar?
-Creemos que recibir un Oscar es algo que queda muy lejos de nuestras posibilidades. Desde luego, para nosotros sería un espaldarazo a la apuesta que hicimos con este trabajo. Psiconautas no es una producción que nace con toda las bendiciones previas, sino que durante varios años estuvimos tratando de buscar la manera de hacer la película, tanteando diferentes productoras. Finalmente conseguimos llevarla a cabo con un presupuesto pequeño, muy reducido, pero siendo muy fieles al producto que queríamos desarrollar. Lo que nos resulta sorprendente es que, trabajando de este modo tan artesanal, -en comparación con las grandes producciones-, la película haya logrado colarse de alguna manera en estos premios. La nominación sería un espaldarazo definitivo para nuestras posibilidades de seguir haciendo películas en el futuro.
El mundo de la animación es muy diverso, hay películas de muchos tipos.
-En boxeo existen las categorías de pesos pesados y pesos pluma y, en nuestro caso, podemos decir que Psiconautas se ha colado entre gigantes. Nuestra película no va dirigida a un público familiar, por lo tanto, nuestras expectativas o posibilidades, con respecto a trabajos con alto presupuesto, son completamente diferentes, ya que estas están dirigidas a llenar las salas de cine, a intentar llegar a un número de espectadores muy amplio.
‘Psiconautas’ ha recibido muchos premios, ¿eso les ayudará a lograr apoyos para su próximo trabajo?
-Todo es muy difícil en este sector, y por eso es mejor tener cierta aprobación a través de premios, o contar con una película anterior que más tarde te dé un impulso. Sé lo que me ha costado hacer Psiconautas, mi segundo largometraje.
Con el cortometraje ‘Birdboy’ (2010) obtuvieron un Goya, ¿cómo afrontaron un largometraje?
-Nuestra idea desde el inicio era adaptar la novela gráfica de Alberto Vázquez a una película, lo que ocurrió es que, en ese camino de espinas que es lograr la financiación de un proyecto que no va dirigido al público familiar, consideramos que un buen arranque sería hacer un cortometraje. Así nació Birdboy, no solo con la idea de que fuese el escaparate para luego abordar un filme, sino que pensamos que, si no teníamos dinero para el largometraje, así al menos haríamos un corto. Muchas veces ocurre que los productos de animación, que son tan costosos, se quedan parados durante años hasta que los puedes sacar adelante.
¿Qué importancia tienen las subvenciones y ayudas para llevar a cabo estos proyectos?
-Para una película de este tipo son absolutamente imprescindibles. Los trabajos comerciales tienen otras miras, y pueden hacer estudios desde un inicio y una cadena de previsiones para apoyar ciertas estrategias. Sin embargo, un filme como el nuestro, sin subvenciones y sin apoyo de instituciones públicas, no puedes sacarlo adelante.
¿Cómo han acogido a ‘Psiconautas’ en el extranjero?
-Muy bien en general. Nos sorprende que públicos tan diversos como los de Taiwan o Brasil, tengan una respuesta igual de entusiasta ante Psiconautas. Creo que es porque la película logra conmover a través de sus personajes. Por mucho que sean dibujos animados, la historia logra marcar con su intensidad y hace que el público empatice con los protagonistas, con independencia de sus países de origen.
¿Cómo ha sido trabajar junto a Alberto Vázquez?
-En el caso de Psiconautas fuimos una pareja muy feliz, porque prácticamente no tuvimos diferencias con lo que eran intereses artísticos. Ha sido una colaboración muy afortunada y en todo momento pusimos por delante las necesidades del argumento y la historia por encima de nuestros intereses personales.
El cómic de Alberto Vázquez está realizado en blanco y negro, ¿por qué decidieron hacer la película en color?
-Los personajes de Psiconautas son antropomorfos, en contraposición a los animales entrañables de otras series de animación. Con el objetivo de que fuese más eficiente para la experiencia del espectador, teníamos que acercarnos mejor al referente visual de esas producciones para niños que todos podemos tener en la mente, como La aldea del arce. El color nos ha dado la oportunidad de potenciar el carácter de fábula que contiene la historia, trascendiendo del tono de ilustración que tiene el cómic.
‘Psiconautas’ está dirigida al público adulto, ¿cree que hay poca tradición o producción de este tipo de animación?
-Es un género difícil y poco transitado, principalmente porque en nuestro país, a diferencia de Japón, por ejemplo, no existe una tradición cultural por consumir obras adultas de este carácter. En Japón hay una tradición de lectura de cómics para todas las edades y sobre todo tipo de historias, no solo infantiles. Eso pone las condiciones para que en ese tipo de países exista un consumo mayor de esta clase de largometrajes.
En un contexto de crisis, ¿es momento para arriesgar o para hacer apuestas sobre seguro?
-En nuestro caso, en ningún momento pasó por nuestra cabeza hacer otro tipo de película. Queríamos contar una historia que pudiese conmovernos, y es evidente que era un riesgo, pero también un buen síntoma. Hay momentos en los que todo nuestro entorno está sujeto a hacer un análisis crítico, y hacer una película que contiene una fuerte crítica social, hace que tenga cierto sentido arriesgarse.
¿Volverá a trabajar con Alberto Vázquez?
-Ahora mismo estamos trabajando en proyectos diferentes. Yo sigo en la productora Basque Films, y en ella vamos dando pequeños pasos, incluso estamos colaborando como guionistas en otros proyectos de ficción, uno de los cuales se verá muy pronto. Poco a poco estamos consiguiendo sacar otro tipo de proyectos más complicados.