Proclama el dicho popular que segundas partes nunca fueron buenas y tal principio popular no puede aplicarse al primer capítulo de la segunda temporada de La casa de papel, excelente serie que cosechó variados premios así como jugosas audiencias y que en la noche del lunes volvió a demostrar que el mayor atraco del siglo va a continuar funcionando en base a un excelente guión, un poderoso elenco de personas y un ritmo televisivo, a veces lento y otras agitado, que nos recuerda a Twin Peaks de David Lynch, mítica serie en la historia de la televisión.
La secuencia con la que finalizó el primero de los seis capítulos que ofrecerá Atresmedia, fue espectacular, con Úrsula Corberó en el papel de Tokio amarrada a una camilla y sacada violentamente de la ratonera y entregada a las fuerzas policiales que cercan la fábrica de papel moneda, donde se siguen imprimiendo billetes para alcanzar la suma fijada para cada integrante de la banda comandada por El Profesor, que fuera del recinto sigue haciendo de las suyas.
Berlín, Río, Oslo y demás compañeros fueron sumándose a la trama como si la serie se hubiera mantenido en cartel con personajes habituales y reconocidos del cosmos televisivo. Una buena entrega de un producto que mantiene en vilo a los espectadores camino del desenlace final que lo tiene complicado para alcanzar cotas de misterio, intriga y complicación argumental. Personajes de carne y hueso que siente lo que hacen y construyen un relato policíaco de perfiles humanos bien diseñados y creíbles.
Los enfrentamientos entre los miembros de la banda, los amores y desamores de la comisaria burlada/enamorada, la aparición del enigmático ex fueron excelentes mimbres para un buen rato de entretenimiento con una producción asentada, ágil y de fácil comprensión que se ha convertido en referente de éxito televisivo.