NUEVA YORK. En un acto en la sede del Instituto Cervantes, el escritor relató una trama que da inicio con el abandono de las armas por ETA en 2012, y a partir de ahí el libro reflexiona sobre los capítulos más complejos de la historia del País Vasco.

"Tengo ciertas alergias, una al polen de los abedules, otra la palabra patria, quizás por las atrocidades que he visto cometer en nombre de ella", dijo Aramburu al comenzar su presentación.

Pese a ello, buscó trazar un relato sobre las distintas acepciones de la palabra patria, y mencionó, por un lado, los afectos y las formas del patriotismo que no suponen ningún daño, las "acepciones amables" que no discriminan.

Pero también hay acepciones dañinas: "Me ha dolido que en nombre de señas que forman parte de la identidad de las personas se hayan cometido atrocidades, en nombre de la patria, en nombre de la patria vasca, y contra eso me he rebelado literariamente", agregó.

Tras 32 años residiendo en Alemania, el autor evocó las lecciones aprendidas ahí sobre las tragedias "del espacio colectivo reservado a unos determinados, a unos genuinos, a unos puros". "Esto me repele enormemente", insistió.

El autor explicó que tras la publicación de su libro había descubierto que su tema "es universal" y permitía un diálogo con otras circunstancias.

Por ello, al ser preguntado sobre la situación política en Cataluña, declaró: "Procuro leer entre líneas para averiguar cómo se está viviendo este asunto, y desgraciadamente sí que he oído que hay amistades que se han roto, familias separadas".

"Es decir -agregó-, hay una repercusión negativa en la vida social de la gente, eso sí creo que se está produciendo".

"En principio no hay en Cataluña hasta ahora terrorismo, aunque cuidado porque ahí se están acumulando tensiones", añadió Aramburu.

Sin embargo, el autor consideró que existía una "válvula de escape" para dichas tensiones.

"Es el hecho que muchas empresas están cambiando su sede social. Entonces, cuando a la gente le tocan los ahorros, el bolsillo, normalmente vuelven a la sensatez y al pragmatismo," dijo.

Respecto a su propia visión de la patria, Fernando Aramburu explicó que nadie lo verá "con una bandera por la calle, de ningún tipo de color".

"Quizás si existiera una bandera del mundo entero, ésa, pero no existe una bandera mundial, porque ¿contra quién la íbamos a enarbolar?", se preguntó.