Vitoria - El Palacio de Congresos Europa fue escenario ayer por la tarde de la primera de las tres sesiones que entre este y el próximo mes se van a llevar a cabo con la intención de perfilar la elaboración del Plan Estratégico de Cultura para Gasteiz antes del pequeño paréntesis que va a suponer la época estival. Estas jornadas se llevan a cabo bajo el proceso del backcasting, término con el que se identifica a esta herramienta para planificar proyectos a largo plazo. Se trata de idear la Gasteiz cultural de 2030 y desde ahí, retornar al punto de salida, es decir, a hoy.

De esta forma, se ha arrancando con la segunda de las fases planteadas tras los dos meses anteriores, en los que se han llevado a cabo siete sesiones sectoriales y temáticas de diagnóstico de la situación, y una jornada abierta a principios de este mes sobre políticas culturales y colaboración con agentes.

Las conclusiones de este proceso, así como las aportaciones realizadas en su momento por 16 funcionarios entrevistados por el Consistorio, se han recogido en un documento de diagnóstico al que ha tenido acceso DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, un informe de casi medio centenar de páginas que concluye fijando una serie de ideas comunes repetidas por las distintas personas participantes.

En lo que se refiere a las políticas culturales públicas, el documento señala la “falta de acercamiento a las necesidades y a la producción local en cuanto a participación y cooperación público-privada”, así como la necesidad de contar con líneas estratégicas que marquen criterios y objetivos. En este sentido, además, se menciona que sería bueno contar con estudios que midan el impacto de la actividad cultural en la capital alavesa. En este listado de problemáticas a las que hay que responder, el diagnóstico del Plan subraya también la situación de invisibilidad en la que se encuentra la cultura en euskera, al tiempo que indica que no existe una “oferta equilibrada” en este aspecto.

En el texto, además de recordarse la precariedad en las condiciones de trabajo en el sector y lo imperioso que resulta remar en pro de la dignidad laboral, se reclama contar con programas adecuados de financiación, subvenciones, creación artística, así como de carácter formativo y educacional.

Al mismo tiempo, se pone negro sobre blanco un debe que el propio sector ha señalado en muchas ocasiones, la “falta de coordinación y trabajo en equipo entre agentes culturales y entre sectores”. Esa relación fluida también se reclama para los espacios, aunque en este apartado referido a los continentes, se pide llevar a cabo un plan de infraestructuras culturales con la idea de mejorar la accesibilidad a las mismas, profundizar en los contenidos y adecuar los lugares para otros usos del sector creativo.

Tres son los apartados que, de una manera u otra, se refieren a los espectadores. En este sentido, se deja escrito que no hay “estrategias para el desarrollo de los públicos”, es decir, que no se cuenta con políticas para atraer a nuevas caras, fidelizar a las ya habituales y conseguir que estas últimas personas que ya muestran de manera activa un compromiso con una determinada expresión cultural se interesen por otras áreas de creación. Es decir, que quien suele ir de manera constante a conciertos de música moderna pueda también acudir, por ejemplo, al teatro.

Siguiendo esta línea, se propone adoptar una política de precios que garantice la accesibilidad al tiempo que de “valor a la cultura”, así como mejorar la comunicación de la oferta existente puesto que se nota que no hay una visión conjunta encaminada a la coordinación tanto de la programación como de su difusión.

Con todo, el documento desarrolla de manera más amplia aquellas cuestiones tratadas durante las reuniones de las mesas sectoriales y temáticas, al tiempo que realiza una descripción del contexto del sector desde el inicio de la crisis hasta hoy. En este punto, un dato: el gasto en cultura por habitante por parte del Ayuntamiento de Vitoria ha pasado de 50,83 euros en 2008 a 29,91 en 2017.