el nuevo y flamante portavoz del Gobierno de Rajoy confesó con estudiada ingenuidad que el presidente les había recomendado al finalizar el primer consejo de ministros, ser amables en las relaciones con los medios de comunicación como acertada hoja de ruta para ser eficaces en las comunicaciones con la sociedad a través de los medios. Hay políticos en el cotarro actual que no quieren relacionarse con la prensa ni hartos de marihuana, a los que ven como peligrosos manipuladores de la realidad al servicio de no se sabe qué oscuros intereses mediáticos. Son los políticos que no conceden entrevistas, que no aparecen en los diarios de sesiones parlamentarios, que no proporcionan un titular ni a las de mil. La propuesta de Rajoy, que se maneja con habilidosa actitud ante los medios a los que mantiene controlados mediante correspondiente plasma o mariana desenvoltura y habilidad escurridiza. No quiere cuerpo a cuerpo en las comparecencias ante la prensa y procura mantener distancia, que en la presente coyuntura tiene que ser además amable, como si la dinámica medios-ministros fuese un modelo de comportamiento neoclásico, lleno de perfumada educación y sensual finura. La recomendación de amabilidad, amorosa relación y entusiasta afecto revela la concepción de un político, que ahora desposeído de mayoría absoluta parlamentaria, cambia el registro mediático y propone un ejercicio de amigable relación para evitar futuras lanzas periodística en coyuntura de minoría legislativa. Rajoy propone un giro en las relaciones con los medios a los que necesita en este período corto o largo de actividad política hacia un comportamiento versallesco, educado y facilón que nada tiene que ver con el auténtico espíritu informativo de medios ante el poder. Cosas de la coyuntura que exige mucha educación y buenas maneras para los intereses mediáticos de los gobernantes.