barcelona - Quien fuera la mitad de El Último de la Fila, Quimi Portet, ha publicado su noveno disco en solitario, Òs bipolar, que presentará en directo el 16 de abril en el festival Strenes de Girona, y ha dicho que no es ni músico, ni cantante ni compositor. “Mi profesión es hacer discos”.

Òs bipolar (Quisso Records/Música Global) saldrá a la venta el 1 de abril, cuatro años después de Oh my love, y es una antología que resume sus influencias musicales en la que han colaborado Manolo García -en Roda el món- Joan Miquel Oliver -coros y guitarra- o Núria Graham -en Daisy (Al·leluia)-.

En estos cuatro años, Portet ha producido el último disco de Sanjosex, Festival, ha ofrecido una veintena de conciertos con el Col·lectiu Eternity -Sisa y Joan Miquel Oliver-, ha puesto en marcha el estudio 2 de Music Lan y ha finalizado cuatro discos con Manolo García, dos directos de El Último de la Fila, uno de Los Rápidos y otro de Los Burros, además de actuar con ambos conjuntos en cuatro recitales en Madrid y Barcelona. “Normalmente tardo dos años y medio entre cada disco, por lo que he trabajado lo mismo pero he hecho más cosas. Además, he podido coger perspectiva y he aprovechado para reforzar el álbum donde creía que se podía”, confiesa Portet, de 58 años, contento de haber recuperado “a los cinco minutos” el espíritu original de su colaboración con Manolo García, su socio en El Último de la Fila. “Nunca hubo una crisis ni una disolución por desavenencias, sino que nos separamos para seguir nuestras carreras en solitario. Y ha sido un placer recuperar aquellas cosas que existían”, admite el músico de Vic, que niega una futura reunión del famoso dúo.

¿Por qué hace música todavía?, se le pregunta. “Yo hago discos -contesta-. Siempre. Es mi profesión. Y comporta hacer canciones, propaganda, conciertos... Míos o de otros. ¿Soy músico? ¿Cantante? Yo hago discos”, responde Portet, nada interesado en contar con un álbum en directo que recopile su carrera en solitario porque “un concierto es irrepetible y un disco es una creación en estudio”.

Sobre su reciente criatura, cuenta que ese oso bipolar es “una excusa” para irse, para escribir textos y música que “se te llevan”, o sea, “escribir por escribir buscando el máximo resultado emocional y dejarse llevar”, algo que tiene que ver con “la evocación de imágenes y de música, más que de palabras”. ¿Eso quiere decir que no le interesan las letras de las canciones? “Intento que estén a la altura de la música, aunque no siempre es así. Soy ecléctico y hago música popular con diversos recursos, pero si pudiera no escribiría las letras, pero lo hago porque la música popular las necesita para que la gente la escuche. Y, una vez que me pongo, veo que me encanta hacerlas”. “Por propio hedonismo, solo con la música ya estaría contento”, resume Portet, que “no se había parado a pensar” en las múltiples referencias femeninas presentes en algunas de las 16 canciones del disco -Pamela, Daisy, Dones nues, Eau de toilette, Senyora musa- y que incluye, como en su día hiciera en el álbum Matem els dimarts i els divendres, tres réveries. Son, a su juicio, “pequeñas piezas basadas en riffs de guitarra” que le gustan pero que no ve ni para desarrollarlas en canción ni para desecharlas, por lo que les pone “un título espectacular” y así parece “un espejismo” de disco “conceptual” y con “unidad”.

El autor de On va el cowboy? reconoce que él no va “a ninguna parte”, pues su vida “no tiene sentido”, aunque hace “lo que puede” y le encanta su profesión. “No pretendo gran cosa más. Me lo tomo con deportividad y es lo que hay”, asiente.

Y, en cuanto a dónde va Cataluña, Portet dice ser “muy optimista” y remacha: “Todo irá bien”, sin entrar en más consideraciones.