Música ‘made in Vitoria’ para subir el telón del Jazz

El gasteiztarra actuará en formato de trío con Albert Sanz, al piano, y Borja Barrueta, a la batería. Para el Festival de Jazz de Vitoria supone una “gran satisfacción” contar con el intérprete, compositor y productor vitoriano en una edición tan especial como la de este año, en la que se cumple el cuarenta aniversario de uno de los certámenes más importantes de su género en el conjunto del Estado.

Tras su formación clásica en la Escuela Superior de Música de Viena, Caminero se ha adaptado a toda una diversidad de estilos musicales que le han llevado a trabajar con artistas y proyectos de diversos géneros como Hippocampus (barroco), Manuel Zapata (tango) o Niño Josele (jazz-flamenco), entre otros. Hubo un momento realmente emocionante, que fue escucharlo tocar dentro del grupo de Chano Domínguez y junto a la Jazz at Lincoln Center Orchestra, dirigida por Wynton Marsalis, en Nueva York.

Ese día las dos orquestas se unieron en el escenario y Wynton animó a su contrabajista, Carlos Henríquez, y a Pablo, a que hicieran una batalla de contrabajos. El público se puso en pie para aplaudir y jalear. “Emociona escuchar en tal sitio y con tales músicos a alguien que has conocido de estudiante en Vitoria triunfando en aquella batalla de contrabajos”, subraya la organización del festival. Recientemente ha presentado OFNI (Objeto Flamenco No Identificado), donde plasma su visión musical basada en el jazz y en el flamenco.

La Konexioa será este año con el saxofonista de Missouri Chris Cheek, que ha tocado y grabado con diferentes grupos como Electric Bebop Band de Paul Motian o Liberation Music Orchestra de Charlie Haden. Además de figurar en más de 60 álbumes como músico acompañante, ha editado cuatro álbumes como líder en Fresh Sound Records, dos de ellos grabados con músicos de lujo como el trío de Brad Mehldau, y otros con Kurt Rosenwinkel, Ben Monder o Ethan Iverson (Bad Plus).

El Festival de Jazz de Vitoria desgranó ayer la oferta de protagonistas que entre el 12 y el 16 de julio acudirán a las distintas sedes para conformar el cartel de la cuadragésima entrega del certamen, oficializando el paso por el polideportivo de Taj Mahal, Tom Harrell Trip, Joshua Redman Quartet, Kenny Barron y Dave Holland, Jamie Cullum, Pat Metheny y Ron Carter, Cécile Mclorin Salvant y The Aaron Diehl Trio y The Victory Gospel Singers y Bryant Jones.

En esta pléyade de artistas destacará el regreso a Gasteiz del valenciano Ximo Tebar. Al día siguiente será el turno de una de las dos únicas formaciones que, por ahora, se van a estrenar en el certamen dentro de una celebración de las cuarenta ediciones de un festival repleto de viejos conocidos: Gogo Penguin.

Al trío inglés, que puede ser uno de los grandes descubrimientos de este año en la capital alavesa para buena parte del público, le seguirá el 15 un pianista que no sólo ha estado en Vitoria, sino que, aunque acompañado, ha pisado también el escenario del Principal, Yaron Herman. El broche llegará el día 16 con Rudresh Mahanthappa, saxofonista de altura que sabe, asimismo, lo que es meterse a los espectadores gasteiztarras en el bolsillo, algo que intentará repetir en un sábado que está tomando una forma envidiable.

En lo que respecta al Jazz de Medianoche, dos serán los protagonistas de las madrugadas que se vivirán en el Canciller Ayala del 12 al 16 de julio. Por un lado, a la capital alavesa regresará el pianista Benny Green (acompañado por Dezron Douglas al bajo y Rodney Green a la batería), un músico que ya sabe lo que es moverse en estas noches en las que nunca se sabe cuándo llega el final, sobre todo por culpa de los propios músicos. Por otro, Louis Prima Forever pondrá un acento un poco más festivo de la mano de Patrick Bacqueville, Pauline Atlan, Claude Braud, Michel Bonnet, Fabien Saussaye, Nicolas Peslier, Enzo Mucci y Stéphane Roger.

Como los cumpleaños hay que celebrarlos con los amigos, ya sean antiguos o actuales, el Festival de Jazz de Vitoria ha preparado la fiesta de su cuadragésima edición con un buen puñado de músicos que, además de no necesitar presentaciones para el público, por unas razones o por otras tienen un hueco singular en el pasado y presente del certamen. Por supuesto, siempre hay algún regalo que se queda en la lista de imposibles, y tampoco hay que pasar por alto que la crisis sigue teniendo sus consecuencias en lo que al número de jornadas se refiere. Pero estas son cuestiones que habrá que convertir en deseos a pedir cuando se soplen las velas de un proyecto que, como todo lo que tiene que ver con la cultura, parece un milagro que haya llegado a estas alturas. - DNA / Foto: Simone Fratini