los consumidores de fútbol en televisión andan con un mosqueo monumental porque no acaban de situarse en la nueva manera de explotar los derechos de imagen por parte de las cadenas, tanto en abierto como en pago. Los programadores y gestores económicos han experimentado en los últimos veinte años variaciones substanciales a la hora de comprar, programar y financiar los costes televisivos del fútbol. Hubo un tiempo en el que era rey de las audiencias quien tenía derechos televisivos de retransmisión de la Liga, después de la Champions y finalmente de los encuentros de la selección, que los daba siempre TVE 1, como compromiso patriótico de ofertar los partidos de la Roja a todo el personal en abierto. Cuando nació la tele de pago o pay per view, algunos pusieron cara de escépticos y otros profetizaron que el fútbol de alta competición terminaría viéndose mediante este sistema de abonado y así, cada vez que un aficionado quisiera consumir partidos de las estrellas del fútbol, debería pasar por taquilla. Tal y como se ha presentado el negocio a comienzo de temporada, la oferta futbolera estará segmentada y habrá partidos de pago y abiertos según se haya negociado con la propietaria de los derechos, UEFA, LFP e beIN Sports. Se calcula que la clientela captada de televisión por pago está en unos cinco millones de abonados, pero la nueva plataforma Movistar+ aún no ha cerrado la compra de los derechos; Atresmedia y La 1 de TVE ofrecerán partidos en abierto y amplios resúmenes. La desaparición de Digital+ y la entrada de Telefónica en el negocio de la televisión abre un abanico de cambios, modificaciones y expectativas que, de momento, desorientan al televidente. El fútbol va a pasar de consumo mayoritario y universal a producto de pago para recaudar fondos y pagar el mayor espectáculo del mundo que mueve millonarios contratos de clubes y futbolistas.
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