DONOSTIA. Este es uno de los propósitos sobre los que trabajará "a tres o cuatro años vista", según ha reconocido Rebordinos a Efe en una entrevista en vísperas del 63 festival donostiarra, una edición que se desarrollará entre el 18 y el 26 de septiembre.
El presupuesto rondará los 7,5 millones de euros, una suma no superior a la de 2014, pero que "se ha conseguido de una forma más relajada que en otros años, cuando a quince días de la inauguración faltaban 200.000 o 300.000 euros", confiesa.
En esta ocasión, el Zinemaldia ha comenzado a firmar contratos de patrocinio por más de un año, "algo que no hacía nadie" en la peor etapa de la crisis, "y esto aporta mucha tranquilidad".
Ahora "toca" crecer "un poco", cree Rebordinos, que señala, no obstante, que no pretende cifras muy elevadas. "No quiero 13 millones porque no me los podría gastar por la dimensión del festival. No aspiramos a ser Venecia", confiesa.
Con 9,5 millones es suficiente para "hacerlo bien" y "contar con una estructura de personal más real que goce de mejores condiciones".
"No será fácil", pero confía en que en los próximos años disfrutará de "más apoyo de las instituciones".
En este empeño, el hecho de que Gobierno vasco, la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia (integrantes del Consejo de Administración del Zinemaldia junto con el Ministerio de Cultura) tengan el mismo color político, "facilitará" las cosas.
De momento, el equipo del Zinemaldia sigue en el empeño de materializar un segundo Premio Donostia que "no es imposible, pero solo cuenta con un 5 % de posibilidades".
"Teníamos pensados dos galardones. Había una apuesta clara por Emily Watson", la actriz inglesa que acudirá a San Sebastián el 25 de septiembre, pero se pretendía que "hubiera esa gran estrella del cine estadounidense" que "falta", señala.
Aunque no quiere dar pistas, el premio que estaba previsto "parecía que iba a ser muy fácil", pero el rodaje en el que se encuentra inmerso (o inmersa) "se alarga" y es "sinceramente muy difícil" que esté en el Festival, indica.
Tras cuatro ediciones al frente del festival, Rebordinos no piensa en dejar la dirección "ahora", pero es consciente de que él representa "el presente, no el futuro".
Por ello trabaja para "rejuvenecer" los equipos humanos del certamen con el objeto de que el relevo "pueda estar dentro de la casa".
Uno de los retos, que comparte con todo el resto de los certámenes, es que "nadie sabe exactamente adónde van los festivales", aunque el director del Zinemaldia tiene algunas ideas.
Por un lado "todos requieren una parte de industria fuerte si quieren sobrevivir", y, señala tajante, "hay que acabar con las 'premieres' mundiales porque no hay para todos".
De hecho, ha ocurrido en Venecia con "Anomalisa", de Charlie Kaufman, que se proyectó antes en el Festival de Telluride, o "El clan", de Pablo Trapero, que compite a pesar de que ha sido ya estrenada en Argentina, "algo que antes no se aceptaba".
En este contexto, su receta para San Sebastián es que mantenga sus dos principales signos de identidad: "ser un festival de público" lo que convierte en un buen lugar para "testar" películas, y ahondar en la conexión "Europa, América Latina y cine español".
A éste último le augura un balance de 2015 "espectacular" con los títulos que se estrenan en otoño, entre los que figuran varios que pasarán por San Sebastián como "Regresión", de Alejandro Amenabar, "Mi gran noche", de Alex de la Iglesia, o "Truman", de Cesc Gay.
Paralelamente, "las condiciones objetivas en las que trabajan las personas del sector no son las mejores", pero existe una gran creatividad, denuncia Rebordinos, quien rechaza la idea de que las situaciones de crisis sean buenas para la creación.
"Solo con dinero no hacemos nada, pero si hay imaginación y dinero, mucho mejor", concluye.