GASTEIZ - Al final será el 9 de septiembre cuando el grupo Maná, cabeza de lanza del pop rock latino tras vender más de 40 millones de discos en todo el mundo, actúe en el Bizkaia Arena del BEC. Tres años después de su anterior visita, Fher, Álex, Juan y Sergio regresarán para presentar su último disco, el moderno, bailable y sexual Cama encendida (Warner), con una gran producción en sonido, escenografía, luces? y alguna sorpresa. Las entradas ya están a la venta, desde 38 euros. “La puesta en escena es impresionante, al igual que el sonido y la iluminación”, adelanta Fher en esta entrevista.
En estos momentos, ¿cómo está el grupo?
-Bien, deseando volver a Bilbao. Nos encanta, es una ciudad alucinante y recordamos el último concierto en el BEC como uno de los mejores de todo el mundo porque la gente es muy cañera. Están muy locos allí (risas).
Su disco anterior, Drama y luz, estuvo mediatizado por la muerte de su madre. El actual, por su divorcio. ¿Le gusta siempre mirar al interior a la hora de componer?
-Es lo que intentamos, crear desde el interior, desde el corazón, el alma y los testículos. Y que te mueva la pasión y esa energía que te hace vivir. El disco también tiene historias externas y de la gente, historias que nos parecen interesantes y que luego las hacemos canciones.
¿El arte sirve para seguir en los momentos duros?
-Creo que sí. Nuestro cuate Carlos Santana decía que la música es como la medicina del alma y nuestra banda le da gracias al cielo porque nos dedicamos a esto, ya que nos hace sentirnos muy vivos. Para bien o para mal, para sentir alegría o dolor. La música es el arte por excelencia, el más divulgado del mundo.
Van Morrison tituló un disco The healing game porque defiende que la música cura.
-Así es. Es algo muy bonito y una de las cosas que más nos acerca a Dios. Y lo digo yo que no soy tan creyente. Yo defiendo mucho a los animales pero lo único que distingue de ellos al homo sapiens es la capacidad de hacer arte. Somos realmente muy afortunados.
Acaban de grabar su disco más sexual.
-Sí, tiene mucha tinta roja, de sensualidad, y mucho sexo en el sentido del cachondeo y de las cosas que vivíamos en ese momento. Mis cuates me dijeron que lo había cargado mucho hacia ese lado, pero salió así, no fue calculado. De todas formas, hay un tema que se llama Ironía, que habla del amor, de lo que te da y te quita, otro es Mi verdad, que grabamos con Shakira. No todo es sexo en el disco, pero es verdad que sí tiene una gran carga.
Y se advierte desde la portada, con una cama en llamas.
-A la cama no te vas a dar dos o tres besitos? te vas a poner duro (risas). Bueno, en la cama naces, creces, te reproduces y mueres. Es una metáfora sobre la vida y la pasión.
¿Hay más testículos que corazón en este disco?
-Puede ser. El mexicano siempre tiende a eso. Somos algo dramáticos, quizá por la mezcla española. Es lo que hay. El anterior disco salió oscuro y para abajo; este es más rojo y apasionado.
Hay otra canción en el álbum titulada La prisión. ¿Es autobiográfica y se refiere a su relación de pareja?
-El divorcio que corrí por esa época fue algo parecido a una liberación. Lo vi todo desde otra perspectiva. Es que el amor te puede hacer sentir aprisionado y puede provocar hasta que te gusten los barrotes. Cuando ves que los puedes traspasar, descubres que no estabas tan bien como creías. Al final, el amor es locura y gracias a ella estamos tú y yo platicando.
Para trasladar tanta calentura, optaron por un productor externo.
-Sí, por vez primera en nuestra carrera. Ha tomado el timón del barco y nos ha llevado a otras playas inexploradas. Es George Noriega, un cubano americano con mucho rollo latino pero también rock’n’roll.
Y, por lo que se ve, un ritmo muy de baile y funk.
-Sí, sí? es un rollo muy bonito para mezclar con la música latina. Y sin dejar de sonar a nosotros mismos, a rock latino, a reggae, a ranchera y bolero, es un disco de sonido muy actual. No es solo el productor, hay también cambio de mezclador, de estudios y lugares, ya que grabamos en México, Los Ángeles y Miami. Fue una chamba (trabajo) larga de año y medio y metimos el puro filete de lo que escribimos. La filosofía es no dar rellenos, por eso hay solo diez rolas (canciones). Como dice el filósofo de ustedes, que es amigo mío, Fernando Savater, esto no va por kilos. Es cuantitativo.
¿Cómo se traslada este disco tan caliente al escenario?
-Va a estar súper bien. La producción ha costado casi un año, está hecha en Bélgica por unos técnicos que trabajan con grandes estrellas. La puesta en escena es impresionante, al igual que el sonido y la iluminación. Llevamos canciones desde los primeros discos del grupo, hace ya casi 30 años, que algunos ni las conocerán. Y habrá sorpresas muy chingonas, una muy especial para allá. Como los regalos hay que llevarlos envueltos, lo dejamos ahí. Estamos ilusionados y tu país nos encanta. Euskadi y Bilbao nos han dado algunos de los mejores conciertos de nuestra carrera. La gente canta y baila, la comida, el vino?
El guiño político y social del álbum es la versión Somos más americanos.
-Sí, de Los Tigres del Norte. Un verso dice: “Alguien pintó la raya y nos echaron pa’ fuera”. Alude a los estados del sur, que fueron mexicanos en su día. Nosotros estábamos allí antes que los gringos. Donald Trump ha hecho unas declaraciones increíbles, un discurso hitleriano y racista. Está lleno de odio y es un ignorante aunque tenga billones de dólares. Estados Unidos se ha construido durante décadas con ayuda de mexicanos y latinoamericanos que realizaron los trabajos más duros. Incluso en las propias compañías de Trump. Nos llamó delincuentes, violadores y basura. Son ya 54 los millones de latinos en Estados Unidos, 11 ilegales, a los que decimos que no boten por su candidatura. No creo que nadie quiera tener a un racista en la presidencia. Si hasta los republicanos están apenados con él. Son cabrones, pero no tanto (risas).
México tampoco queda muy bien tras la fuga de Chapo Guzmán.
-Es una vergüenza. El sistema penitenciario -bueno, el país entero- necesita un cambio y me parece difícil con este presidente, que es de los peores que hemos tenido. Pero a los gobiernos se les vota, también en Venezuela, Argentina o Brasil. O España, que han tenido muchos desaciertos con políticos rateros. Al final del día nos quejamos de ellos, pero ¿quién elige a esos cabrones?