gasteiz - “He seguido ese consejo que dice que no escribas una novela antes de los 30 y me lo he tomado con calma”, dice con una sonrisa Katixa Agirre. Es cierto que Atertu arte itxaron (Elkar) es su primera incursión en el género con el público adulto como objetivo, pero no lo es menos que la escritora y doctora en Comunicación Audiovisual gasteiztarra atesora, a pesar de su juventud, una ya interesante y premiada colección de títulos, con el relato como hilo conductor fundamental dentro de un camino que también ha visitado a los lectores más jóvenes, sin olvidar la poesía.

Así que la autora se introduce en una nueva senda que transcurre sobre el asfalto de Euskadi, relatando un viaje en apariencia geográfico pero, en realidad, vital, en el que historias, secretos y pensamientos se entrelazan. El trayecto empieza en Madrid, donde la pareja protagonista reside desde hace años. Ella, gasteiztarra de nacimiento, quiere enseñarle a él de donde viene, perdiéndose con el coche por los rincones vascos, disfrutando de los espacios y las gentes. Pero en el vehículo no van solos. Cada uno lleva sus confidencias en la maleta, detalles que se irán desvelando mientras avance el recorrido. A eso se unen “dos hilos”. Uno, el pasado de los progenitores de ella, de un amor nacido en el marco de los sucesos del 3 de Marzo y continuado en unos “tumultuosos” años 80 en los que el padre entró en ETA. Otro, el que representa la figura del compositor Benjamin Britten, hombre sobre el que también ella está realizando su tesis doctoral, un artista que en la Segunda Guerra Mundial se declaró pacifista, algo que, junto a su homosexualidad, no le procuró, precisamente, una vida fácil.

“Me dejo llevar por lo que es el viaje, que es también una metáfora de la narración. Siguiendo las carreteras te encuentras vías mejores, otras peores, zonas en las que llueve, en las que sale el sol...” y así, como en la vida, en el libro hay humor, amor, tristeza, drama... para intentar conseguir lo que todas las novelas, “que el lector haga suya la historia, que le cuestione sus ideas y visiones”.

Con la publicación de Atertu arte itxaron, Agirre concluye un proceso iniciado hace cuatro años, que ha tenido sus idas y venidas en este tiempo (también por su maternidad, pero no sólo) hasta que el verano pasado “me decidí a tomar las riendas de nuevo y terminar el libro”. “Ha sido un reto bastante grande. Cada género tiene su aquel y la novela es como un maratón, es un trabajo de larga distancia, con lo que ello conlleva porque te puedes agotar a mitad de camino y dejarlo todo tirado”, describe, y tal vez por eso asegura que ahora mismo necesita cambiar de aires: “me gustaría volver al relato, que tengo ya varios escritos en la cabeza”.

De todas formas, Agirre, que desde hace años reside en Bilbao tras pasar también por Inglaterra, tampoco descarta la idea, como hacen sus personajes, de perderse por las carreteras. “Nunca le digo que no a un plan de escapada”, ríe. “Encima, ahora con la responsabilidad de la maternidad es algo que se piensa más a menudo. Pero bueno, el día a día impone sus reglas. Es una fantasía que todo el mundo tiene, poder coger el coche, y a donde la carretera nos lleve”, para realizar un viaje físico pero también, tal vez, otros interiores, como ocurre en las páginas de su primera novela para el público adulto. Aunque a veces el punto de llegada no sea el deseado. O no se encuentre.