Vitoria - Sonriente pero tranquilo. Tenía razón Oihane Perea en la entrevista que ayer mismo publicaba este periódico. A Manex Agirre se le había visto en toda la fase previa del Campeonato de Bertsolaris de Álava como un campeón más maduro y más seguro de sí mismo, situándole como el gran favorito para recuperar la txapela que ya consiguió en 2011 y que perdió en 2013. Dicho y hecho. En un Principal que disfrutó de unas tres horas de emociones, risas, aplausos e improvisaciones, el de Aramaio volvió a triunfar. Y lo celebró también de manera sosegada, disfrutando el momento sin la locura del instante, con el poso del trabajo bien hecho. Desde el principio hasta el final, fiable y sereno.

Sus propias palabras lo delataban nada más terminar la final, sobre el escenario, todavía vibrante, de la calle San Prudencio. “Por supuesto que estoy muy feliz, pero también más tranquilo porque me he sentido muy a gusto durante todo el rato”, afirmó entre mini-entrevistas entre las que sacó tres segundos para abrazar y besar a los suyos.

Todo eso sucedió ante un numeroso y variado público (por lo menos en lo generacional) que asistió expectante a una final en la que sería injusto olvidarse de otro nombre propio como el de Iñaki Viñaspre. Por fin, el de Abetxuko pasó el último corte y fue él quien le puso las cosas más que difíciles a Agirre (les separaron 29,5 puntos). Por eso, el ganador no dudó ni un segundo al afirmar que “llegará su campeonato, de eso estoy seguro”.

Los dos fueron los que arrancaron la competición en sí misma tras las presentaciones protocolarias. Eran, más o menos, las 17.40 horas. Y ambos cerraron el círculo. Justo dos horas después, el jurado los eligió para protagonizar la última parte, y el cara a cara posterior a esa decisión fue el mejor ejemplo de las cualidades que tienen tanto uno como otro. Viñaspre lo rozó con los dedos, dejando a lo largo de toda la final algunas intervenciones repletas de humor, ingenio y juego muy aplaudidas por el personal.

Pero no estuvieron solos sobre las tablas. Ni mucho menos. Oihane Perea, sonriente como siempre a pesar de no haber podido mantener la txapela conseguida en 2013, quedó en tercer lugar seguida por Zigor Enbeita, Ruben Sanchez y Xabi Igoa, que causó una muy grata impresión en la primera final de su trayectoria (aguantó muy bien los nervios, aunque en la despedida la emoción le pudo unos segundos).

Con las luces del Principal ya apagándose, Agirre siguió atendiendo a los medios. Le esperaba la celebración en forma de cena “y alguna cosa más”. En sus manos, la txapela. Su segunda. En la cara, la sonrisa permanente. En su agenda, la Korrika, puesto que a su paso por Gasteiz le tocará representar a los bertsolaris del territorio. El Campeonato de Bertsolaris de Álava, mientras tanto, descansa. Próxima cita, 2017.