Oculto como siempre, aunque siguiendo el rastro de migas de pan tampoco hay mucha pérdida, Álvarez Rabo vuelve al ataque. Tras Los bajos de la alta cocina (2008), esta vez le toca a Cagarte, un “ensayo gráfico” sobre la creación contemporánea que se irá publicando cada lunes a partir del 5 de enero del próximo año a través de Internet, según explica Artium, museo que, tampoco hay que ser demasiado listo para darse cuenta, tiene mucho que ver en este nuevo proyecto.

Y es que el historietista (tal vez también pintor, tal vez también componente del pasado expositivo del centro de la calle Francia en esa faceta), se toma a sí mismo como protagonista de esta propuesta junto a Andy Pestillejo, director del Museo Hartium, personaje y espacio que, aunque sobre decirlo, hacen referencia a Daniel Castillejo, director del centro desde hace más de un lustro.

En palabras de Artium, lo que el público se va a poder encontrar es un “reflexivo y sarcástico ensayo gráfico sobre el mundo del arte”. “Con la habilidad de un microcirujano conceptual, Álvarez Rabo disecciona a todos los que forman parte del mundo del arte y las relaciones que se establecen entre ellos” a través de este “potaje denso, viscoso, húmedo y calentorro, condimentado -para liarla un poco más- con las pasiones, envidias, venganzas, prepotencias, trepismos e hijoputismos tan característicos del género humano”.

Como suele ser habitual en los lanzamientos y comunicaciones del creador, a todo hay que buscarle una vuelta de tuerca más que nada por reírse un poco, que en estos tiempos tampoco bien mal. Por eso, el artista se expresa a través de su supuesta secretaria para anunciar el lanzamiento de un propuesta en la que “usando un novedoso sistema en el que se mezclan dibujos con colorines y textos, la ingeniería humorística del autor brilla a su máximo nivel” para asomarse a las idas y venidas de “artistas mediocres, mezquinos e incomprensibles, directores de museos que andan a veinte centímetros sobre el suelo, concejales de cultura incultos, galeristas sin escrúpulos y con la juventud tan perdida como su tiempo, curators que parecen implorar a gritos ser empalados, ferias comerciales de arte en las que vender algo es una entelequia, comisarias antipáticas y déspotas, críticos listones con mucha información y poco conocimiento, coleccionistas tontolabas con menos criterio que una anchoa del Cantábrico, aficionados al arte que comprarían antes una moto acuática que un mísero cuadrito, políticos con síndrome de que los técnicos culturales se la meten doblada...”.

Si los planes se cumplen, en mayo verá a luz la versión en papel de este trabajo tras el paso por la pantalla del ordenador.