el Museo del Traje de Madrid acoge hasta el 17 de enero una selección de 40 trajes de Exodus, dioses y reyes, la superproducción de Ridley Scott que recrea la historia de la liberación del pueblo hebreo en el Antiguo Egipto y en la que el vestuario, diseñado por Janty Yates, juega un papel fundamental. Casi 5.000 trajes han hecho falta para retrotraer al espectador al año 1.300 A.C, época en la que el imperio egipcio levantaba sus pirámides sobre las espaldas de los esclavos hebreos, caracterizados con túnicas, mantos y ropajes humildes frente a la ostentosa vestimenta del faraón y su Corte, donde la indumentaria era otra forma de demostrar el poder. Sastrería Cornejo, empresa española especializada en la producción y alquiler de vestuario de cine desde 1920, se ha encargado de elaborar los fabulosos diseños de la figurinista Janty Yates, y ha empleado, sobre todo, “materiales naturales y ligeros” para facilitar a los actores las largas horas de rodaje, según la comisaria de la muestra, María Ortega Cornejo.
Los trajes evidencian la estratificación social que se dio en el Antiguo Egipto, donde “los materiales” de la ropa señalaban el gremio o clase social a la que pertenecía una persona. Solo el faraón y las damas de la Corte portaban una joyería exquisita, integrada por algunos de los complementos que pueden verse en la exposición, como puños de piel tallados a mano, anillos, cinturones, brazaletes con forma de serpiente o tocados dorados, que en el caso de Exodus se han fabricado “con fibra en vez de con metal” para evitar que pesen demasiado. Los soldados llevan túnicas interiores y cubre armas de algodón, además de vestidos elaborados con materiales naturales como el algodón y el lino, “que se tiñen con más facilidad”. La armadura de escamas que luce Moisés es uno de los diseños que preside la exposición, donde se pueden encontrar petos artesanos de cuero, faldetas de pieles exóticas, collares de cuentas y vestidos femeninos cuyos pliegues recuerdan “a los trajes de Fortuny”, opina la comisaria. “Todo”, dice Janty Yates, se ha hecho desde cero. “Teníamos nuestros propios repujadores para el cuero, nuestros fabricantes de botas, nuestras costureras, cortadores y bordadores en Ouarzazate, que se dedicaban a hacer realidad nuestro nuevo enfoque sobre los guardias de palacio, la Corona, los esclavos, los cortesanos (...), todo eso lo creamos absolutamente desde cero”. Los trajes de seda femeninos, las botas altas con galgas (tiras que se atan alrededor del gemelo), los tocados y las barbas egipcias, las faldas de cuero fortalecen la historia de un tiempo en el que nacer rico o pobre era un obstáculo casi insalvable.
Televisión El vestuario de los protagonistas de Downton Abbey sufre una evolución durante las cinco temporadas emitidas, en las que los rígidos aristócratas y sirvientes pasan de un guardarropa muy encorsetado a otro “menos rígido”, según María Ortega Cornejo, cuya empresa ha alquilado a la serie británica más de 100 diseños entre trajes, abrigos, calzado y complementos. Los grandes acontecimientos del siglo XX, en especial la Gran Guerra, propiciaron cambios en el guardarropa de la sociedad inglesa, que al igual que en otros países “comenzó a adquirir prendas más prácticas”, como el vestido camisa. Los cambios estéticos de los habitantes de la mansión, donde cada cual tiene asignado un papel, pueden verse en temporadas como la quinta, recién emitida en Nova, que brinda al espectador un momento único, el corte de pelo de Lady Mary (Michelle Dockery), “un acto de atrevimiento”, según la diseñadora de vestuario escénico Diana Fernández. La serie lleva al vestuario su sello de rigor histórico y es un vehículo más para expresar la rectitud con la que se organizaba la pirámide social de principios del siglo XX, una época que acogió varias modas a la vez y que sufrió, desde 1900 a 1920, varios cambios como la liberación del opresivo corsé, poco funcional para las mujeres que, durante la Gran Guerra, comenzaron a trabajar. Las enaguas, los pololos, los tocados y los camafeos dieron lugar, sobre todo en la clase obrera, a un calzado cómodo y a vestidos acabados con un patrón sencillo de telas ligeras. Lo más valioso del vestuario de Downton Abbey es que se mimetiza “perfectamente” en el suntuoso escenario de la casa de los Crawley, rodeados de unos sirvientes “igual o más” conservadores. Sastrería Cornejo ha colaborado con Downton Abbey en la primera, segunda y quinta temporadas, aunque no ha confeccionado ningún vestido exclusivo para la serie.