Vitoria - Fue en 2010 en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa. Nada más entrar a la exposición La piel de la tierra, Carlos Marcote presentaba al espectador un cuadro de grandes dimensiones donde aparecía una niña tumbada sobre el verde de la hierba. Era su hija, Julia. De hecho, en el taller del artista, esta pintura tiene un sitio especial. Se podría decir que aquella muestra fue la primera en la que ambos coincidieron. Ahora, a la vista del otro, vuelven a coincidir, aunque, eso sí, de una manera bien diferente, si bien esa obra está de nuevo presente.
El escenario es la librería Zuloa, que a lo largo de estos últimos meses está compartiendo su espacio expositivo con el colectivo Art eh!, que de la mano de Carlos Lalastra, está mostrando la obra de diferentes artistas alaveses demasiadas veces olvidados por los locales expositivos (bueno, los pocos que sobreviven después de esta crisis) de titularidad pública. Una relación que, en principio, se completará ya con 2015 en marcha de la mano de Mintxo.
Pero eso ya llegará. De momento, lo que hoy se inaugura, y permanecerá abierto hasta el 24 de enero del próximo año, es este encuentro de Carlos y Julia Marcote, de un padre y una hija que pueden compartir la necesidad de expresarse a través de la pintura y el dibujo, pero poco más puesto que sus lenguajes, intereses y propuestas poco tienen que ver.
Es, por tanto, esta exposición un proyecto en el que lo común es el ADN familiar, pero en ese punto terminan las coincidencias. En el caso de Carlos Marcote, el creador lleva a Zuloa un amplio abanico de sus creaciones tanto en gran formato como en pequeño.
Los retratos de artistas y personas cercanas, como el de su hija, visiones interiores y miradas al entorno de la ría de Bilbao se van enlazando a lo largo de la muestra, un recorrido por un sello que es inconfundible, una manera de hacer y de expresar que en su caso necesita ya de pocas presentaciones o explicaciones. Están de más.
Junto a él, Julia Marcote presenta una selección e dibujos, tanto terminados como en bocetos, donde el manga se hace protagonista. Lo real y lo imaginario se dan la mano a lo largo de la veintena de piezas que componen la exposición.
No es, eso sí, la primera exposición de la artista puesto que una beca internacional le ha permitido estudiar y mostrar en Estados Unidos su obra, creaciones en las que la joven creadora confiesa que sigue buscando su estilo. “Sé que dibujo desde que puedo sostener un lápiz con la mano”, recuerda, al tiempo que, consciente de que su lenguaje difiere del de su progenitor, apunta que “tengo la suerte de tener cerca gente que me aconseja, que me ayuda, es una guía”, además de “tener en casa todo el material que puedo necesitar”, ríe.
Como de costumbre en las exposiciones que Art eh! está programando en Zuloa, con la muestra se van a editar también dos series de cada uno de los autores que estarán a la venta por un precio módico. “El regalo de Navidad”, dice Lalastra.