madrid. La escritora chilena Isabel Allende se pasa al género policíaco en su nueva novela, El juego de Ripper, una obra de intriga, basada en un juego de rol y llena de personajes excelentes en la que procura ser fiel a las reglas de este tipo de libros pero "con humor e ironía". "En el fondo me burlo del género". He hecho un poco como hace Cervantes cuando se burla de las novelas de caballerías y escribe el Quijote", comenta la autora.
El juego de Ripper supone un giro en la trayectoria de esta escritora a la que le gustan "los desafíos". Nunca había publicado una novela de crímenes. El argumento discurre en 2012 y está situada en San Francisco, la ciudad de California en la que ella vive desde hace más de veinte años y una tierra "optimista" donde las haya. Ese optimismo se refleja en la novela, en la que "ocurren cosas que si sucedieran en Latinoamérica dirían que es realismo mágico, pero como pasan en Estados Unidos es medicina alternativa o new age", dice. Poco aficionada a la novela policíaca, Allende leyó varias de escritores escandinavos cuando preparaba El juego de Ripper, como las de Stieg Larsson, pero se dio cuenta de que ella no puede escribir ese tipo de obras "porque son sórdidas, muy negativas, no hay ninguna redención. Todo es oscuro y yo no soy así", asegura. "Decidí escribir una novela de las mías y meterle crímenes, así, como quien echa sal, para ver qué salía". Y lo que salió es puro Allende.
El proyecto surgió de un curioso encargo. La agente Carmen Balcells le pidió a Allende que escribiera un libro policíaco junto con su marido, el abogado californiano William C. Gordon, que va ya por su sexta novela policíaca. "Eso no podía resultar. Tenemos métodos muy distintos. Él es gringo, escribe en inglés, a ratitos cortos, a mano. Yo escribo directa en la computadora, sin un plan, en español, por once horas seguidas si es necesario", cuenta. El 8 de enero (Allende siempre empieza sus novelas en esa fecha) la escritora se fue a su habitación a escribir su libro y su marido hizo lo propio con el suyo. "La cosa podía haber acabado en divorcio", añade.
En el libro, Allende elige un juego de rol para ir contando los crímenes que conmocionan San Francisco y alrededores. La historia se le ocurrió al ver a su nieta Andrea jugar a Ripper, en el que se trata de pillar a Jack el destripador en Londres, en 1888. Y trasladó la acción a la época actual, pero "la idea es la misma".
Los jugadores son unos cuantos adolescentes, más un abuelo entrañable, que es como el que le hubiera gustado tener a la escritora. El hecho de que "vayan por delante de la Policía en la investigación de los crímenes es porque no están obstaculizados por la burocracia y los métodos policiales. Tienen imaginación, intuición, todo lo que la Policía no puede emplear porque debe ser rigurosa".