Donostia. Baiona acogerá el lunes día 27 el inicio del rodaje de la que, a priori, parece una de las producciones vascas más interesantes del año. Por un lado, porque la película Lasa y Zabala llevará a la gran pantalla el secuestro, las torturas y el asesinato de los dos miembros de ETA a manos de los GAL, hace treinta años; y, por otro, porque el proyecto supone el regreso del donostiarra Pablo Malo al largometraje. Tras varios años dedicado a la escritura de guiones -propios y ajenos- y a la dirección de series televisivas, el realizador está a punto de ponerse tras la cámara para firmar su tercera película tras Frío sol de invierno (2004), por la que obtuvo el Goya a la mejor dirección novel, y La sombra de nadie (2006).

Por tanto, una década después de su debut y ocho años después de su último filme, Malo vuelve a trabajar en un proyecto de alto calado, impulsado por ETB y la empresa bilbaina Abra Producciones, responsable de Bypass, La buena voz y Papá, soy una zombie, entre otros títulos. Esta vez, a diferencia de ocasiones anteriores, el cineasta donostiarra no partirá de un guion propio, sino que cumplirá el encargo de traducir a imágenes el guion del escritor vizcaino Joanes Urkixo.

El reparto En lo referente al reparto, solo han trascendido unos pocos nombres, aunque este diario pudo saber que Unax Ugalde, protagonista de la cinta, interpretará a Iñigo Iruin, que fue el abogado de las familias de Joxean Lasa y Joxi Zabala. El personaje de Ugalde, que ya protagonizó la ópera prima de Pablo Malo, ejercerá de hilo conductor de una historia que no esquivará la crudeza de las torturas ni el horror del asesinato de los jóvenes tolosarras. La productora aún no ha desvelado qué actores serán los encargados de darles vida en el cine, pero diversos medios especializados sí revelaron en internet los nombres de Oriol Vila y Ricard Sales, que encarnarán a Felipe Bayo y Enrique Dorado, los guardias civiles que secuestraron y asesinaron a sangre fría a los activistas de ETA. Otro de los personajes más siniestros de la trama de los GAL, el comandante del cuartel de Intxaurrondo, Enrique Rodríguez Galindo, será interpretado por Francesc Orella. Iban Garate también forma parte del elenco artístico.

Por otro lado, el portal imdb.com, la mayor base de datos cinematográfica de internet, informa de que la banda sonora original llevará la firma de Pascal Gaigne, la fotografía será de Aitor Mantxola y el maquillaje de la archipremiada Karmele Soler.

El rodaje de Lasa y Zabala comenzará el día 27 en Baiona, donde se recreará un bar que alternaban los refugiados vascos en los años 80, y hasta mediados de marzo la filmación recalará en otras localizaciones de Iparralde, Donostia y Tolosa, los principales escenarios en los que transcurrieron los trágicos hechos de hace tres décadas. De momento, tanto el director como los actores han declinado hacer declaraciones, obligados por contrato. Al parecer, la estrategia de comunicación del filme será llevada "con muchísimo rigor", con más rigor si cabe por lo espinoso del tema y, sobre todo, "por respeto a las familias". La productora es consciente de que el caso Lasa y Zabala es "delicado" y, por ello, prefieren guardar una razonable discreción.

Habrá que esperar a las declaraciones que los miembros del equipo hagan durante la tradicional visita de la prensa al rodaje, pero hasta ahora solo se sabe que Malo ha planteado la película como un thriller político que se atendrá a los hechos probados en el juicio.

La sentencia Según estableció la sentencia, dictada en abril del año 2000, el macabro asesinato de Lasa y Zabala, uno de los casos más sonados de la guerra sucia contra ETA, fue ideado y ejecutado por el gobernador civil de Gipuzkoa, Julen Elgorriaga, el comandante Rodríguez Galindo, el capitán Ángel Vaquero y los citados Bayo y Dorado. En 1983, estos últimos secuestraron a los jóvenes en Baiona y les sometieron a torturas e interrogatorios.

El estado en que los dejaron fue tan deplorable que sus superiores les ordenaron que los hicieran desaparecer. Los agentes condujeron a Lasa y Zabala a un campo de Busot (Alicante) y allí les dieron muerte de tres disparos. Después, utilizaron cincuenta kilos de cal viva para enterrarlos en las fosas que previamente habían cavado los dos chicos.

Un cazador encontró sus restos en 1985, aunque hasta diez años después no fueron identificados. En la actualidad, ninguno de los condenados por el crimen continúa en prisión, pese a que en el juicio fueron condenados a una pena total de 365 años de cárcel.