Pamplona. A pesar del éxito de su novela anterior y de que este segundo capítulo se ha reeditado a los pocos días de salir a la venta, esta vecina de Cintruénigo sigue con los pies en la tierra y manteniendo el mismo entusiasmo por desgranar ante los periodistas los secretos de su nueva criatura literaria. Un trabajo en el que, si bien los personajes femeninos y el valle de Baztan siguen siendo los auténticos protagonistas, el miedo antiguo se derrama por cada página. "No hay miedo como el que ya se ha probado, del que se conoce el sabor, el olor y el tacto", comenta Amaia Salazar.
En esta trilogía hay asesinatos, investigación policíaca, misterio, pero, como dice, ante todo es la historia de una mujer.
La mujer es uno de los temas centrales de la trilogía. Yo quería desde el principio que fueran novelas policíacas, pero también que el matriarcado y el lugar donde ubicarlas fuesen temas fundamentales. Es decir, tenemos a la mujer con todas sus facetas, sus matices, sus dudas, sus crecimientos, sus aprendizajes... Esto está presente en todos los personajes femeninos que aparecen, pero sobre todo en Amaia.
Muchos autores de novela negra crean detectives, policías, investigadores, ¿qué tiene de especial esta inspectora de la Policía Foral?
No sé... Por mucho que lo pienso, no acabo de saberlo del todo. Pero por lo que me dicen los lectores, Amaia tiene una mezcla de fuerza y fragilidad que les resulta muy interesante. Componentes que, por otra parte, no me resultan tan extraños porque es la fuerza y la fragilidad que me gustan en las mujeres que admiro. Las mujeres de mi entorno no son súper mujeres, porque no están seguras de todo, de hecho, no están seguras de nada. Y eso es lo que les da el valor para seguir adelante, pero también para crecer, mejorar, aprender... Siempre están en evolución. Y esto hace que Amaia parezca absolutamente humana. Antes de dar un paso, ella se pregunta si estará haciendo bien, lo piensa y avanza dando todo el tiempo lo mejor de sí misma. No es una súper policía, y eso la hace tan cercana. Tiene un gran potencial profesional, lo que no impide que en su vida personal haya temas que incluso la sobrepasan.
Es tremendamente humana, pero a la vez tiene ese toque especial de las percepciones.
Ella es especial, pero la parte mágica, la parte de la mitología, de las percepciones y de los sueños, de todo ese mundo intangible es inherente a Baztan. Además, todo lo relacionado con el instinto y las sensaciones no es tan extraño para un investigador. Hace unos días tuve la oportunidad de participar en Barcelona en un club de lectura con Mossos d'Esquadra y me decían que el mundo de lo intangible lo tienen muy en cuenta. Hay un momento de los casos en que hay dudas, pálpitos, intuiciones, sospechas de que la verdad se encuentra en una dirección y no en otra. Y esto no es superchería, sino otro modo de percibir un lenguaje que está todo el tiempo alrededor; un lenguaje no verbal que quizá lleva rodeándote todo el día y que te hace sentir de una manera u otra. Llámalo sexto sentido o como quieras, pero los investigadores son capaces de procesar de un modo diferente a como lo haríamos cualquiera señales que les ayudan a equilibrar las pruebas, a juntar una cosa con otra para llegar a buen puerto.
En el caso de Amaia, a todo esto hay que sumarle que ha desarrollado una sensibilidad diferente debido a su terrible experiencia en la infancia.
Está marcada y su sensibilidad procede de ahí, pero también ha aprendido a convivir con su historia. Y eso es lo que ha contribuido en parte a que sea una profesional tan preparada y concienzuda y también a tener la generosidad suficiente como para poner a la víctima en el centro de su universo, apartando su propio sufrimiento para dar voz a quien ya no la tiene.
Se nota que se siente muy unida a este personaje, ¿ha volcado mucho de sí misma en ella?
Sí. Amaia tiene cosas que me gustan de las mujeres de mi alrededor. Quizá lo que más tiene de mí es que ella investiga aprendiendo, no acepta absolutos, toma cosas de unos y de otros y las va dejando reposar. Yo también soy relativamente nueva, no tanto en el mundo de la literatura, donde ya llevo tiempo con relatos, cuentos, etcétera, sino en la literatura de éxito. De pronto, con El guardián invisible me vi en una situación en la que, si no tienes cuidado, puedes llegar a perder el equilibrio. Por eso creo que igual que Amaia aprende a cada paso, yo también lo hago.
¿Cómo ha recibido la Policía Foral este personaje?
La han recibido con los brazos abiertos, están encantados. Comprenden perfectamente que esto es ficción, y a la vez, igual que los de Baztan pueden percibir el cariño con el que trato al valle y sobre todo a Elizondo, la Policía Foral ha notado el respeto que muestro hacia su trabajo. Ya desde la primera novela me ayudaron, pero cuando por fin la leyeron, la reacción fue buenísima. De hecho, en su fiesta de este año me distinguieron con una metopa honorífica, lo cual fue todo un orgullo para mí. La relación es excelente.
Hablando de ese otro personaje que es Baztan, recuérdenos por qué escogió para su trilogía esta zona de Navarra.
El valle casi me escogió a mí. Yo ya tenía en la cabeza una historia policíaca con el matriarcado como tema fundamental y, además, el tipo de paisaje que tiene esta zona me recuerda al de mi infancia, porque yo soy de San Sebastián, de la zona de Pasajes. La lluvia, la niebla, el frío o la humedad forman parte de mi vida mucho más que el paisaje de la zona donde vivo, en la Ribera. Un día estaba haciendo una excursión por Elizondo con mi familia en busca, precisamente, del lugar donde ubicar esta historia y nada más llegar, en quince minutos ya había decidido que sería allí. Me quedé cautivada y no solo no me arrepiento, sino que cada día doy gracias.
¿Por qué?
Porque Elizondo es una mina para cualquier escritor y de cualquier género. A nivel histórico, cuanto más leo más me fascino, cuántos personajes interesantes, los indianos... Sin olvidar su gastronomía, su cultura... Todo en el valle es muy rico, y es impresionante las diferencias que hay entre pueblos incluso en costumbres o en platos de comida. Me encanta cómo han sabido conservar esa identidad.
Fue amor a primera vista.
Y tanto. Recuerdo que estaba recorriendo el Museo Etnográfico y bajé corriendo al mostrador, donde estaba Pello Iriarte, a pedir información. Me dio los folletos típicos, pero al verme que iba en serio y que necesitaba mucha más, me tomó la dirección de correo y, como él también se encarga de la ruta arquitectónica por los edificios más importantes de allí, me mandó fotos y explicaciones de todas, con datos detallados sobre las casas de indianos, los palacios tradicionales de Baztan... Y en esta segunda entrega, donde toma especial importancia Hospitalenea, le llamé y me explicó cuándo se construyó el edificio, cómo se reconstruyó, cómo se convirtió en hospital de peregrinos, en qué estado se encuentra ahora por dentro, para qué se usa cada planta... Es un experto y tengo la suerte de tener a mano a gente que sabe un montón y que me ayuda mucho.
Siempre ha dicho, además, que la opinión de los baztaneses era la que más le importaba.
Por supuesto, que El guardián invisible les gustase en Baztan era prioritario. Me habría dolido mucho que no supiesen ver el cariño que he puesto, pero afortunadamente lo han visto.
Y están viendo cómo se les llena Elizondo de visitantes que quieren conocer los rincones donde suceden los crímenes, los bares, el puente, la presa...
Bueno, seguro que a algunos les hará más gracia que a otros ver a su pueblo tomado, pero creo que el tipo de turista que va con una novela en la mano es bastante respetuoso. No es el turista escandaloso que viene a estropear nada, todo lo contrario, llega fascinado porque se ha enamorado de un lugar a través de una novela y tiene que verlo.
De hecho, hay un programa de visitas organizado.
Sí, y se tuvo que poner en marcha porque la gente lo demandaba cada vez más. Recuerdo que en más de un bar y restaurante me comentaban que había visitantes que se presentaban allí con la novela bajo el brazo. Y me decían que había que hacer algo, a lo que yo les contestaba que eran ellos los que tenían que hacerlo. Ahora, ya pasados unos meses, me sigue llamando mucho la atención que la gente haga el recorrido por la comisaría, el obrador, el cementerio...
¿Sigue yendo con frecuencia?
Voy todo lo que puedo porque me gusta mucho. Y si voy entre semana descanso mucho. La última vez que estuve fue en el puente de Todos los Santos; en el hotel rural de Joxepi, que me cuidó muy bien. Me recuperé mucho y este sábado, día 30, vuelvo a Elizondo. Se lo debía, cuando presentamos allí la primera novela solo estabais la prensa porque aun no había lectores, por eso quería que la primera presentación con público fuera allí.
Ha realizado entrevistas coincidiendo con la celebración del Día contra la violencia machista, que de eso también hay bastante en esta novela.
Sí, de hecho, uno de los casos que aparece en el libro está sacado de la realidad. Es el de la mujer que permaneció dos años encadenada en su propia casa. Al final, lo que escribimos los autores de novela negra pretende ser un reflejo de la sociedad cribado con las emociones de cada uno. Cuando me encuentro con un caso de estos en la vida real, me revuelve el estómago, me duele y no puedo dejar de destacarlo. Y me pasa igual con la violencia contra los menores, que también aparece en esta novela. Incluso me parece más horrible, porque, sin dejar de ser víctimas, las mujeres adultas pueden decidir, tienen voz, pero los niños no la tienen y la violencia ejercida contra alguien indefenso es la mayor atrocidad para mí.
¿Qué me puede contar del juez Markina, un personaje nuevo que dará que hablar por la relación peculiar que mantiene con Amaia?
El juez llega en un momento en que ella está especialmente desconcentrada por su propia maternidad, un momento en el que, generalmente, la mujer no se siente muy atractiva, y le desequilibra un poco esas cosas que a veces se dan por hechas, como el matrimonio y la pareja, que siempre están en pugna y que requieren de atención continua.
En esta segunda entrega abre muchas tramas que dejan al lector casi sin aliento y con ganas de que llegue la tercera, para la que seguro que se ha guardado unas cuantas sorpresas.
La trilogía ya está escrita, y aseguro un broche final sorprendente. Con la última novela podré explicar muchas cosas y responder a esas preguntas que todavía no puedo responder. Y los lectores entenderán que la historia no podía haber sido de otro modo.
¿Cómo ha cambiado su vida el éxito de 'El guardián invisible'?
Pues he podido conocer a gente estupenda. Tengo nuevos amigos, he viajado mucho, pero procuramos, y este es un buen consejo que me dieron desde el principio, que mi día a día no cambie. Soy una mujer que vive en un pequeño pueblo de la Ribera, con mi familia, mis vecinos y mis amigos, y ese es el filtro por el que veo pasar la vida. Afortunadamente, estoy en una editorial maravillosa, como es Destino, que me apoya mucho y está pendiente de mí. Además, yo no soy una niña, tengo experiencia como para saber qué importa en la vida y qué no. Para mí es importante seguir alimentándome con lo que me he alimentado para poder llegar a esto.
¿Y cómo la ha recibido la comunidad literaria?
Muy bien, he conocido a autores cuyos nombres aparecen en los lomos de los libros que hay en mi biblioteca (ríe). En las primeras ocasiones en que pude compartir mesa con ellos estaba muy impactada. Fíjate que cuando estuve en Londres con P.D. James yo tenía su libro en mi mesilla. Me he sentido muy bien entre escritores, la gente que es grande no lo es solo por su popularidad, sino también porque tiene una calidad humana importante.
¿Ya sabe qué hará después de la trilogía?
Pues después irá la novela que estuvo a punto de salir antes de la trilogía. Recuerdo que le pregunté a mi marido si escribía antes esa o de la Baztan y él me dijo que la de Baztan. Acertó (ríe).
¿Y qué pasará con la inspectora Salazar?
Hay inspectora Salazar para rato. Pero que quede muy claro que la trilogía se cierra del todo y si vuelve será ya con otro caso.