ESTÁ funcionando por los distintos canales de televisión un anuncio ejemplo vivo de creatividad, sentido del acto publicitario y empatía con millones de telespectadores que a buen seguro premiarían este spot como uno de los mejores del año. Se trata del reclamo publicitario de una compañía internacional de telefonía que ha excitado la creatividad extrema de los profesionales de una agencia que, con suma simplicidad de tomas, ha sido capaz de construir un anuncio que no olvidaremos con facilidad. La escena consiste en un grupo de amigos de Nico, cuatro, colgados de una vertiginosa pared vertical de montaña en el término municipal de Mallos de Riglos (Huesca), cantando con naturalidad, suspendidos en el vacío el tema de Bobby Mc Ferrin Don't worry be happy, en alegre camaradería, como recordando los tiempos colegiales cuando los curas del cole nos llevaban de excursión montañera. Idea sencilla, pero preñada de potencia comunicativa y capaz de llamar la atención de quien lo ve y quedarse amarrado a la pantalla que terminará vendiendo líneas telefónicas y terminales inteligentes. Plano fijo y abierto y cuatro personajes tan tranquilos desafiando la gravedad al borde del abismo en un ejercicio real de montañismo en un paraje cierto, nada de simulaciones en platós o maquinitas digitales de mejora de imágenes. Contraste entre riesgo de la secuencia y naturalidad campechana de cuatro personajes que sienten la felicidad en un paraje inaccesible para el resto de la humanidad. La primera condición de todo anuncio es llamar la atención de quien contempla la pieza y en este caso, ese objetivo está plenamente logrado por espectacular, sorprendente y fresco. La banda sonora la ponen los silbidos acompasados de cuatro felices individuos que proclaman aquello de no sufras, sé feliz. Pues eso.