Madrid. Justo un año después de haber sido galardonado con el Premio Nacional de Artes Plásticas, Jaume Plensa, uno de los representantes consagrados de la nueva escultura, con obras en espacios públicos de todo el mundo en los que intenta hacer visible la poesía, recibió ayer el Premio Velázquez 2013.
La renovación del lenguaje plástico de la escultura y las propuestas de gran "intensidad estética" de este artista, nacido en Barcelona en 1955, fueron los aspectos destacados por el jurado del Premio Velázquez, dotado con 100.000 euros, según el fallo dado a conocer por el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert. El jurado, presidido por el director general de Bellas Artes, Jesús Prieto, destacó "la coherencia de una trayectoria en la que ha renovado en profundidad el lenguaje plástico de la cultura, integrando poesía y conceptualización con propuestas de gran intensidad estética".
Plensa confesó a Efe sentirse "hiperemocionado" por la concesión de este premio, que le comunicó el ministro Wert: "Es un sueño, solo el nombre de Velázquez ya es apabullante", aseguró. El escultor, que se encuentra en Barcelona recién llegado de Chicago y Nueva York, donde ha permanecido casi durante un mes para preparar dos exposiciones para el próximo año, indicó que es un premio que no esperaba, pero que sigue "desde siempre", ya que es con "el que sueña todo artista".
Este galardón, que premia el conjunto de la obra de un creador del ámbito de las artes plásticas en Iberoamérica, nació en 2002 con la pretensión de convertirse en el Cervantes de las artes y tiene carácter anual, aunque en 2012 no se falló.
El director general de Bellas Artes recordó cómo la obra escultórica de Plensa, que ha colaborado en el teatro y la ópera en el diseño de escenografía y vestuario con La Fura del Baus, ha tratado multitud de materiales. Prieto hizo también hincapié en el carácter público de las obras de Plensa, que se encuentran expuestas en espacios de ciudades de numerosos países.
Y es que Plensa es uno de los artistas plásticos con más proyección nacional e internacional, el cual precisamente obtuvo el pasado 27 de noviembre el Premio Nacional de las Artes Plásticas en reconocimiento a su preocupación por la humanización del espacio urbano.
Tras sus estudios en la Llotja, la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona, y en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sant Jordi, trabajó en talleres de forja y mecánica. Y del hierro forjado y fundido, origen del que parte su obra, pasó a incorporar materiales tan diversos como el cristal, el plástico, el alabastro, la resina, el nylon e incluso el sonido y la luz.
Plensa, quien muchas veces ha recalcado que su obra debe más a poetas como Baudelaire, Blake, Goethe, José Ángel Valente o el valenciano Vicent Andrés Estellés que a los artistas, siempre se ha alejado de la escultura tradicional. En su obra, el eje central lo protagoniza el hombre y su relación con el entorno; y de hecho, el espectador puede tocar algunas de sus piezas, escucharlas o entrar en ellas.
Plensa manifestó ayer en declaraciones a Europa Press que "la escultura es una de las formas más perfectas para plantear esas grandes preguntas existenciales que en un momento u otro todos los seres humanos nos hacemos". Según explicó, la escultura tiene esa "capacidad casi totémica de poder hablar" de las cuestiones últimas de la vida, pues con "el lenguaje plástico se pueden expresar muchas cosas que nos cuesta transmitir con palabras". "La escultura siempre ha sido una actitud y he intentado pasar a ella todo mi mundo interior. Tengo los ojos en los dedos, necesito tocar físicamente las cosas", agregó.