Madrid. El tipín lo conserva y sigue dándolo todo en los escenarios, pero hasta ahí las similitudes entre Mick Jagger y Luis Eduardo Aute: "él está pendiente todo el día de su biología y yo me maltrato", asegura a Efe el cantautor, que mañana el día 13 llega a los 70 "tacos" que cumplió en julio el británico. "Por fuera parece que estoy bien pero habría que ver por dentro", especula modesto sobre la benévola genética que le mantiene asombrosamente parecido a aquel muchacho que debutó en 1966 con Diálogos de Rodrigo y Jimena y que ahora, casi cinco décadas después, "solo" aspira a seguir haciendo lo que hace.

Otra diferencia con el líder de los Rolling, se ríe, es que el británico pierde en cada concierto unos 5 ó 6 kilos y él bastante menos porque lo suyo es "muchísimo menos movidito", aunque algo deje siempre en el camino por la tensión insuperable que le produce salir a escena.

Autor de cerca de 400 canciones e intérprete, además de director de cine y pintor, odia "cordialmente" el escenario pero no por eso deja de dar cerca de 50 conciertos al año y sigue haciendo giras como la de este verano, en el que ha estado en México, Colombia, Bolivia y Costa Rica.

Regresó a Madrid, donde vive, para tomarse un "descansito" y "enseguida" retomará el tour americano, esta vez por Argentina, Uruguay y Chile. Entre medias intenta terminar la sexta entrega de sus Poemigas, textos breves con juegos de palabras, aforismos, "algún chiste" y dibujos, dedicado esta vez a los animales y a las hadas, y ha vuelto a pintar. "Después de mucho tiempo he recuperado los santos óleos", bromea rodeado de pinturas en su estudio.

Aute (Manila, 1943) está preparando también un nuevo disco, del que ya "asoman" algunas cosas, algunos "motivos" con forma de canción que ahora tiene que desarrollar. "Para mí todas las canciones son de amor. El hecho de cantar es una expresión de amor a la vida, a la gente, al trabajo... Son muchos tipos de amores", apunta sobre la "temática" del que sería su disco número 33, tras "El niño que miraba al mar" (2012).

Las inquietudes de una sociedad convulsa y las circunstancias que gravitan sobre ellas en unos tiempos de incertidumbre y mutación histórica inciden en la vida colectiva, sostiene, y se manifiestan por cualquier medio. Esta época, recalca, es muy diferente a la que él vivió en los años sesenta: "ahora hay convulsiones sociales de todo tipo, una insatisfacción tremenda con un sistema que ya está en sus estertores pero que pretende controlar el planeta. Ni siquiera es capitalismo. Son mafias financieras".

Internet, clama, ha sido la espita por la que se ha filtrado "el caos absoluto", lo que ha marcado "un antes y un después" en un mundo que "no tiene horizonte, en el que parece que todo ha fracasado, una apariencia que esconde una realidad durísima".

Él, que no tiene ni teléfono móvil ni cuenta en Twitter "ni nada de nada de todo eso que suena cómico", está convencido de que "el control absoluto" de los ciudadanos merced a esas tecnologías se pondrá más tarde o más temprano en evidencia y se buscará "otra forma de relacionarse".

Recibirá su 70 cumpleaños "como uno más", porque, aunque disfrutó mucho con la fiesta sorpresa que le hicieron por su medio siglo, no es "muy de celebrar". "Soy incapaz de pensar más allá de la semana que viene, hacer planes a largo plazo. Me parece una temeridad, así que a lo único que aspiro es a seguir haciendo lo que hago y meterme en estos líos, porque no se hacer otra cosa", remacha mientras se enciende otro cigarrillo.