la Fashion Week Madrid atravesó el ecuador de su calendario con los maravillosos vestidos de Juanjo Oliva y los patrones de baile de Juan Duyos, dos diseñadores que iluminaron la pasarela con un recital de prendas con las que han dado una lección de buen hacer costurero.

También dieron una lección de costura el vanguardista David Delfín, que subió a la pasarela una nívea colección bajo el título Missing, marcada por el exquisito patrón; y Amaya Arzuaga, que llevó a la máxima expresión su reconocible experimentación geométrica.

Juanjo Oliva consiguió seducir al público con una colección que fue una auténtica oda al vestido de largo. El diseñador cree que es importante que esta prenda abandone las ocasiones especiales y "pueda utilizarse en casa y en la calle". Se trata de dar una vuelta de tuerca a la moda, que no se vea como un simple escaparate. "La moda hay que vivirla y ponérsela y por eso hay que ayudar al público a desearla y comprarla", explicó Oliva. Así, el diseñador ha trabajado tejidos más fáciles para sus vestidos, de tal forma que puedan meterse en una maleta sin que se arruguen.

En esta apuesta por una elegancia cómoda, Oliva ha alargado el bajo de los vestidos y también de los tacones. Y es que muchas de las tendencias que se han visto en la colección proceden de las necesidades y gustos de su propias clientes, quienes en la intimidad del taller le han pedido una moda "más ponible".

Juan Duyos volvió a seducir a la pasarela madrileña con una deliciosa y particular revisión del patrón español en el que, alejado de folclorismos, dio una lección de diseño con la que actualiza las prendas de los cuadros de Zurbarán y las películas de Buñuel. Acompañado por la voz flamenca de Chelo Pantoja en riguroso directo, el diseñador partió de sus propias "vivencias sobre la moda y sobre España" con una colección que ha conseguido arrancar una gran ovación.

A través de primorosos estilismos, acompañados en su mayoría por un sombrero cordobés modernizado con piel de castor, el desfile estuvo protagonizado por una amplia variedad de figuras, desde siluetas de baile lamidas hasta figuras más estructuradas como un mono ajustado al cuerpo y con mangas abullonadas.

Elementos tan tradicionales como la capa española estuvieron presentes en un vestido, aunque "llevada al límite, al minimal", explicó el diseñador, que también subió a la pasarela vestidos de medio cuerpo y remarcados por un finísimo velo.

Otra de las lecciones de costura de la jornada fue la de la geometría de los diseños que Amaya Arzuaga y su segunda línea AA, en la que han destacado abrigos, minivestidos y prendas en neopreno.

Tejidos que la diseñadora burgalesa ha cortado en la mayor parte de sus propuestas al vivo y que, según ha explicado, es complicado trabajar. La colección es bicolor, con el negro como base, como es habitual en sus diseños de invierno, acompañado de rojo, verde, beis, gris y camel, inspirados en las geometrías y colores de la obra del escultor y pintor abstracto Ellsworth Kelly.

A lo largo del desfile se vieron cinturas despegadas, cuellos altos, hombros caídos y mangas murciélago, así como vestidos saco, faldas voluminosas para la noche y minichaquetas de capa.

David Delfín escogió el blanco este año para iluminar su colección para el próximo otoño-invierno, en la que ha hecho gala de nuevo de la prenda superpuesta, su marchamo creativo, en minifaldas con volantes para ellas y chaquetas sastre para ellos. Missing es el título de esta colección, con la que el diseñador ha querido hacer un homenaje a su perrita Alicia, que murió mientras preparaba las prendas que se vieron ayer y con las que ha querido diseñar "piezas surrealistas y llenas de fantasía".

Toda las prendas fueron blancas, el color del pelo de su mascota, mientras que el negro, símbolo del luto, lo ha reservado para cerrar el desfile con un modelo que ha lucido Bimba Bosé, adornado con la tradicional mantilla española.

Los más madrugadores fueron los diseñadores Ion Fiz y Sara Coleman con su desfile compartido. El primero arrancó con una colección abstracta en la que no ha tenido en cuenta épocas ni estilos; la segunda ha preferido vestir a la mujer con prendas eclécticas y cómodas.

Por su parte, el veterano Modesto Lomba subió a la pasarela una colección sofisticada y elegante, en la que ha jugado con las prendas y los colores, con un patrón formado por figuras de papel como el molinillo, como si la costura fuera un arte propio de papiroflexia.

Como guinda colorida, la veterana Agatha Ruiz de la Prada mostró los grandes éxitos de toda su carrera y recuperó diseños como los vestidos de aro, el traje pelota, el de flor o el arco iris, eso sí, en terciopelo y con la incorporación de colores pastel, nuevos en su repertorio.