Vitoria. Ni el paso del tranvía ni de los coches consigue acallar el sonido. Desde la calle, según se da cada paso hacia el Conservatorio Jesús Guridi, es fácil escuchar el idioma de varios instrumentos. La actividad dentro empieza pronto. Para las nueve y media de la mañana, el Festival-Curso Internacional de Música de Gasteiz ya está en marcha. Más de un centenar de personas de distinta procedencia, entre alumnos y profesores, dan vida a la sexta edición de esta apuesta impulsada por el clarinetista vitoriano Iñigo Alonso que arrancó el pasado sábado y concluirá el próximo lunes. Diez días intensos en los que se aprovecha cada jornada hasta bien tarde. Clases que se suceden y que se compaginan con conciertos abiertos al público. Un no parar.

"Cada año es diferente, te encuentras con una visión fresca, es distinto incluso aunque trabajes con alumnos que conoces de ediciones anteriores", relata Juan Carlos Rodríguez, un viejo amigo del encuentro al que DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA interrumpe en una de sus clases. El reconocido y premiado pianista gaditano, que en la actualidad imparte clases en el Real Conservatorio Superior de Música Victoria Eugenia de Granada, cuenta esta vez con estudiantes, por ejemplo, llegados de Salamanca, Santiago de Chile y Taiwan, una mezcla en la que encuentra "gente que acude con muchas ganas y una buena preparación", jóvenes con los que trabajar sin dejar casi hueco al relax, poniendo atención a cada detalle.

Así lo hace con Alejandro Soria, alumno suyo en el año académico que no ha querido dejar pasar la oportunidad de seguirle a Gasteiz desde Granada (aunque él es de la provincia de Jaén) ya que está preparando el final de su último curso de formación. Su objetivo es claro estos días: "perfeccionar todo lo que pueda, trabajar mucho cada cuestión que sea posible". Y en esa labor casi no queda espacio para nada más fuera del Jesús Guridi, aunque dice que aprovechó llegar a la capital alavesa un día antes del inicio de las clases, después de un largo viaje en autobús desde tierras andaluzas, para conocer la ciudad.

Alejandro mira al futuro profesional, por muy duro que parezca y más dentro de la música clásica, con optimismo. "Siempre habrá un hueco para algo". Una idea que comparte con Mikaela Vázquez, violinista gasteiztarra que el próximo otoño empezará su andadura en Musikene. "Se pueden buscar muchas salidas, es cuestión de aprovechar las oportunidades", señala.

A ella la interrumpimos mientras ensaya en solitario. La palabra vacaciones tampoco está en su diccionario. En éste como en otras citas similares a las que acude busca "otro punto de vista, algo que te complete" en lo que respecta a la actividad durante el resto del año, "cuando el ritmo es, simplemente, diferente". Y aunque quedan pocos huecos en la agenda de estos diez días, Vázquez señala que da tiempo a conocer a mucha gente. "Enseguida hacemos grupo entre los que estamos aquí; incluso salimos un poco por la ciudad".

No muy lejos de donde ella se encuentra está otro de los 95 estudiantes que conforman esta gran familia que se reúne en la capital alavesa. Eso sí, David Romero se estrena este año en el festival-curso. Él es de Valencia aunque han sido sus profesores en Bélgica los que le han animado a venir.

Cómo no, a David también le interrumpimos (tercera intromisión en una mañana) en el aula donde ensaya solo. Hace bastante calor (ya ha habido algún profesor que ha pedido cambiar de clase buscando una zona del conservatorio donde el sol no castigue tanto y algún estudiante que se ha mareado) y es necesario estar lo más cómodo posible. "Esto es como un maratón pero de diez días en el que hay que aprovechar al máximo", describe. Tanto lo exprime que casi no ha podido ver nada de Gasteiz más allá del Jesús Guridi. "Hay que estar todo el verano sin parar" cuenta mientras deja por unos segundos el clarinete, consciente de que labrarse un futuro cuesta mucho esfuerzo. "Queda poco tiempo para relacionarse, aunque también se hacen grupos en los que tocamos entre varios; ya sabes, más música".

Es la consigna, sonido tras sonido. Estudio sin descanso. Y aunque sean más de cien las personas que nutren la cita, en realidad todo en el conservatorio parece transcurrir con mucha tranquilidad y sosiego. Bueno, a veces, como sucedió a principios de semana, hay alguna gastroenteritis no invitada a la ocasión. "El primer año todo era más locura, pero ahora, las cosas van como rodadas", explica Zoraima Martínez de Pisón, nuestra cicerone una edición más por los entresijos del encuentro.

De su mano, la cuarta y última interrupción. Es en la clase de flauta del italiano Stefano Parrino, otro viejo amigo del curso. A él y a uno de sus alumnos, Martín, les pillamos buscando limar determinadas notas de una composición. "Es una labor muy dura porque a las clases también hay que sumar los conciertos", explica el músico de Bormio. No es un decir. Ayer le tocaba a él ofrecer el recital de la tarde y, aunque eran las diez y media de la mañana, en el aula tenía el traje preparado.

"La verdad es que es impresionante lo que se puede hace en estas pocas jornadas, incluso con el calor que hemos pasado alguno de estos días", apunta Parrino. Igual de atento que sigue sus explicaciones musicales, Martín escucha al maestro mientras habla en este pequeño paréntesis. Él, por su parte, también remarca la oportunidad que suponen estos encuentros "porque te sirven para descubrir cosas nuevas".

En ese aprendizaje constante también hay tiempo, eso sí, para que el público en general participe de una propuesta que ya se ha convertido en tradicional en el agosto gasteiztarra. Hoy mismo, por ejemplo, a las 19.45 horas, el Jesús Guridi acogerá el concierto gratuito (como todos los demás) de Nathaniel Vallois (violín) y Charles Wiffen (piano). Ahí no parará la cosa. Mañana, a la misma hora, será el turno para Clarinet Choir y la String Orchestra. Y los días 25, 26 y 27, tanto a las 12.30 como a las 19.30 horas, se producirán los recitales que protagonizarán los alumnos.

Después, esta peculiar familia internacional se despedirá y volverá a casa. En su maleta, experiencias y lecciones que recordar.