SI Humphrey Bogart "era" el Rick de Casablanca, Sancho Gracia fue y será ya por siempre Curro Jiménez, cuyo grito de guerra era aquel de "¡Algarrobo, a los caballos!"; un bandolero trabucaire que no eclipsó, sin embargo, 57 años de carrera en los que interpretó personajes "enormes" en el cine, la televisión y el teatro.

El actor, productor, director y guionista rodó a las órdenes de Juan Antonio Bardem, Jaime de Armiñán, Vicente Aranda, Mario Camus, José Luis Cuerda, Adolfo Aristaraín, Alex de la Iglesia o Pilar Miró, fue alumno de Margarita Xirgú, trabajó en Estados Unidos con Charlton Heston y en España con "los más grandes de antes, de ahora y de siempre", decía. Pero, como él recordaba, su Curro Jiménez nació en el momento "preciso" y por ello, y por su audiencia millonaria, se convirtió, con 40 episodios emitidos entre 1976 y 1978 por TVE, en un éxito sin precedentes. "¿Qué película dice todo el mundo si mencionas a Humphrey Bogart? Casablanca, ¿verdad? Pues eso. Me pasa lo mismo y me parece estupendo y me encanta que me recuerden por Curro, porque además es una serie que creé y produje", resumía el actor, que nunca consintió que le doblaran en la serie.

El problema, subrayaba, era que "se hubiera quedado solo en eso" pero, como decía su amigo Rafael Azcona, supo bajarse del caballo "y seguir siendo un pedazo de actor".

Félix Ángel Sancho Gracia, al que sus muchísimos amigos llamaron siempre Félix, prestó su físico y su voz al personaje de tal forma que era muy fácil que por la calle le llamaran, hasta sus últimos paseos por la calle de Embajadores, Curro. Le hacía tanta gracia la identificación que cuando en 2001 le diagnosticaron el primer tumor de pulmón, la enfermedad que finalmente le ha costado la vida, y le dijeron que tenían que ingresarle, él bromeó respondiéndole al médico que cómo se atrevía a decirle eso a Curro Jiménez. Se recuperó de aquel primer tumor, pero luego aparecieron otros a los que "saludaba" y luego pedía "que se fueran por ahí. Si vuelven -contaba- los volveré a saludar".

Le gustaba participar en la elaboración de los guiones, pero lo que más le atraía era la parte de producción porque, presumía, era como una especie de "José Tomás: Cojo el toro, le pego 28 pases y, en vez de matarlo como él, digo aquí lo dejo en suerte". Aunque se fue siendo un niño de España, recordaba a menudo sus primeros 10 años en el barrio de Lavapiés, y su viaje, con 12 años, a Montevideo (Uruguay), 26 largos días de travesía en los que se enamoró por primera vez. Su carrera de actor empezó presentándose a un anuncio de la Escuela de Dramática de Montevideo, que dirigía la española Margarita Xirgú. Ella le enseñó las máximas que dirigieron su vida: "Ayuda a los demás y los demás te ayudarán a ti y hay que estar siempre pendiente de que todo vaya bien".

Su gusto por la guasa acompañó toda su vida a este pícaro del siglo XX, al que le complacía contar anécdotas como la del accidente de coche que tuvo con su "hermano" Paco Rabal, en la que este en vez de preocuparse por las heridas solo le interesaba saber dónde y cómo estaba su "rata", es decir, su peluquín. En su último proyecto como actor quiso recuperar la magia y el romanticismo del bandido que personalizó como Curro Jiménez, con un espectáculo diseñado íntegramente por él, Versos bandoleros y canciones escondidas, que se estrenó en julio del año pasado en Galicia.

Gracia, amigo de Adolfo Suárez, que fue su padrino de boda, y de Felipe González, repasaba episodios de su vida trufándolos con versos de Jorge Manrique y Federico García Lorca, y cantaba con su profunda y característica voz tangos y boleros, "que -sentenciaba- enseñan que la vida es esto y nada más".