Vitoria. DKastle decidió enrocar. Y este "riesgo asumido" le ha dejado un sabor agridulce. Porque las más de mil personas que se acercaron hasta la segunda edición del festival de Villanañe son números parejos a las cerca de 1.500 de su año inaugural, pero el "salto de calidad" que pretendían sus organizadores no ha sido completo.

La apuesta por dibujar la mitad del cartel con grupos en directo o la simultánea actividad musical de las tres carpas el pasado sábado son decisiones que hay que "replantear de cara a futuro", apunta Luis Carlos Rico, ya que "la cosa no ha funcionado tan bien" como se esperaba. Quizás un elenco más especializado en lo electrónico -y centrado en Djs- sea lo más conveniente y rentable para la cita, que ha intentado esta vez "abarcar más". "La gente ha salido contenta, pero nos queda la espina de que podía haber habido más". ¿Y el año que viene? "Ahora toca desconectar tras un mes duro de trabajo". A la vuelta se hablará. Por ahora, la torre ha aguantado el enroque.