Madrid. Hace veinticinco años, Paul Simon se unió a un grupo de músicos sudafricanos, con el apartheid aún en vigor, para firmar Graceland, un álbum inolvidable que se reedita ahora en una versión conmemorativa y cuyo complicado proceso de creación ha reconstruido el documental Under African Skies.
1986, un periodista negro recrimina a Paul Simon que, para grabar su disco Graceland, haya contado con un grupo de sudafricanos (negros también), rompiendo el embargo de la ONU sobre ese país por su política racista. El artista, incrédulo, dice: "¿Resulta inconcebible que esto haya sido una colaboración entre músicos?". Se trata de uno de los fragmentos más impactantes del documental Under African Skies, una de las iniciativas con las que el último premio Polar de la Música celebra el 25º aniversario de aquel álbum, Grammy al mejor disco del año y producto del encuentro entre el pop estadounidense y sus raíces africanas, con el que Simon -sin Art Garfunkel- se consagró como autor en solitario.
Coincidiendo con el lanzamiento mañana de una edición conmemorativa, Canal + emitirá un filme que incluye testimonios de personalidades como Paul McCartney y Peter Gabriel y que retrata el complicado proceso de grabación de este trabajo ambicioso y vanguardista, de sus luces y de sus sombras, como las críticas a lo que muchos entendieron como un balón de oxígeno al apartheid.
Arranca con Simon, a sus 70 años, de regreso a Sudáfrica para reencontrarse, más de dos décadas después, con la banda de músicos que le ayudaron a concebir aquella obra que jóvenes bandas como Vampire Weekend reconocen como una influencia decisiva.
En un momento en el que el Gobierno sudafricano mantenía preso a Nelson Mandela por su lucha en favor de la igualdad de derechos, Graceland elevó a la categoría de estrellas mundiales a desconocidos como el guitarrista Ray Phiri, el bajista Bakithi Kumalo o el coro Ladysmith Black Mambazo.
Uno de los momentos más curiosos del documental es ese en el que esos mismos músicos, sometidos en su país a leyes que restringían sus movimientos por el color de piel, pasean por Nueva York en una limusina conducida por un chófer blanco. En otra escena, se rememora que fue una cinta de cassette de los Boyoyo Boys titulada simplemente Accordion Jive Hits Volume II la que empujó a Paul Simon a viajar hasta Sudáfrica para iniciar allí este proyecto.
Fue, como lo describen muchos de sus responsables, una vuelta al colegio, a menudo frustrante, que les obligó a reformular los patrones métricos y estructurales tradicionales para acercar dos estilos musicales diversos, hasta conformar canciones que, como Diamonds On The Soles Of Her Shoes, combinaban temáticas típicamente neoyorquinas con "sofisticados" ritmos africanos.