Madrid. El cineasta francés Jean-Jacques Annaud, que ha cambiado las estepas rusas de Enemigo a las puertas por el desalmado desierto de Catar en Oro negro, con Antonio Banderas convertido en emir, asegura que los políticos deberían dormir una noche mirando al cosmos, sintiendo la soledad: "Se relativiza todo". "No es nada fácil rodar en el desierto, es muy duro pero, por otro lado, es muy saludable: no hay nada que te distraiga, te encuentras a ti mismo, te concentras mucho en lo que estás haciendo. Es una pena que los políticos no tengan tiempo, deberían dormir en el desierto, las cosas se ven de otra manera", opina el director.

El autor de cintas tan "ecologistas" como El oso, o En busca del fuego se encuentra de visita en Madrid para promocionar su última película, en la que cuenta el cambio del mundo árabe con el descubrimiento del petróleo y que ha rodado íntegramente en paisajes naturales del golfo Pérsico.% por ciento de la película en 35 mms., porque el polvo se metía dentro de las sensibles cámaras digitales y dejaban de funcionar. Todos los días había tormentas de arena", ha explicado Annaud, para quien pasar una semana en el desierto es recomendable para cualquiera que "no sepa qué lugar ocupa en la vida".

"Sentir la soledad te da esa perspectiva, te ayuda a relativizar las dificultades y olvidas fácilmente la superficialidad. Es muy fuerte, muy intenso, sentirse solo en el planeta", reflexiona este hombre, al que solo el pelo completamente blanco delata sus 68 años y en el que tan juvenil es su aspecto como su mirada.

Oro negro se desarrolla en los años 30 del siglo pasado, cuando los árabes del desierto aún viven "mil años" por detrás de sus homólogos europeos, como le explica uno de sus consejeros al emir Nesib (Antonio Banderas), un hombre preocupado por la pobreza y el atraso de su pueblo, que se sirve de costumbres arcaicas para firmar un tratado que proteja sus intereses.

El acuerdo consiste en que su enemigo, el sultán Amar (Mark Strong) le deje criar a sus hijos Auda (Tahar Rahim) y Saleh (Akin Gazi, junto a la hija de Nesib, la princesa Leyla (Freida Pinto), como garantía de que, mientras sean sus rehenes, no le hará la guerra por la codiciada "franja de oro", un desierto implacable donde no hay nada. Salvo petróleo en su subsuelo. Cuando unos americanos descubren la enorme bolsa de oro negro, ambos líderes destapan dos formas muy diferentes de entender el islám: el tradiconalista, que representa Amar, y el aperturista de Nesib, cuya adaptación al mundo moderno provocó carcajadas en el público árabe, ha contado Annaud. Desde que conoció la novela Al sur del corazón, del suizo Hans Ruesch, Annaud recompró los derechos cada cinco años, hasta que pasaron treinta: "La mayoría de mis películas necesitan madurar", dijo el veterano director a Efe.