londres. La escritora Patricia Cornwell, ganadora del último Premio Internacional de Novela Negra RBA con Niebla roja, una nueva entrega de su detective forense Kay Scarpetta, piensa que el personaje evolucionará al ritmo del mundo y por esa razón cada vez se centra "más en su mente y no tanto en el crimen". En un fin de semana en Londres, Cornwell recibe a la prensa en el íntimo Salón Mikado del Hotel Savoy, un lujo que no entra en contradicción con todo lo que rodea a la escritora norteamericana, escoltada en todo momento por asesores de imagen e incluso un exmarine que vela por su seguridad.
Sin salirse del guión previsto, Patricia Cornwell, una de las grandes damas del crimen, confiesa en una entrevista que "lo que más me interesa es Scarpetta, cómo funciona su mente y cómo se enfrenta a las diferentes situaciones y los diferentes personajes, y no tanto el crimen o los métodos científicos".
En su opinión, y es algo que se plasma en sus novelas, "el factor humano es determinante, porque la ciencia no resuelve los crímenes y si no están las personas adecuadas dirigiendo la investigación, habrá problemas".
Niebla roja, publicada antes en España que en EEUU, está poblada de mujeres malvadas: la perturbada Dawin Kincaid, que se halla en un hospital a la espera del informe que determinará si puede o no ir a juicio, y su madre Kathleen, o Lawler, que cumple una sentencia de 20 años por homicidio. "Intento que la maldad se reparta de manera igual entre hombres y mujeres, pero el denominador común del mal siempre es el abuso de poder y aquí las mujeres son malas porque tienen el poder", comenta la autora, para quien "las mujeres resultan más perversas porque por su instinto maternal más aguzado pueden darle la vuelta y causar una pena, un dolor y un sufrimiento más perdurables".
Cuando comenzó a escribir en 1990 Postmortem, Cornwell se convirtió en precursora del uso de la ciencia forense en el género policíaco, algo que luego popularizaron series televisivas como CSI o Dexter.