Madrid. La poeta alicantina Francisca Aguirre ha obtenido con Historia de una anatomía el Premio Nacional de Poesía, que concede el Ministerio de Cultura para distinguir una obra de autor español escrita en cualquiera de las lenguas oficiales del Estado editada en 2010 y que está dotado con 20.000 euros.
Francisca Aguirre (Alicante, 1930), ya obtuvo el premio de Poesía Miguel Hernández 2010 por este mismo libro, en el que recuerda sus vivencias, entre ellas la muerte de su padre, el pintor Lorenzo Aguirre, quien compartió celda con Miguel Hernández y quien fue fusilado por el régimen de Franco en 1942. La ganadora, tras conocer el fallo del premio, señaló que este poemario era uno de los más importantes de su vida. "Es un recorrido por mis vivencias y emociones -dice-, pero en el que también circula algo de humor negro; y, sobre todo, es una defensa del cuerpo humano".
"Incluyo en el libro -continúa la autora- una cita muy expeditiva del premio Nobel Coetzee que es muy significativa y que dice: 'un cuerpo dice la verdad. No siempre, ni a la primera, pero siempre es el cuerpo el que dice la verdad".
Pero Francisca Aguirre, conocida por el círculo literario como Paca Aguirre, casada con el poeta Félix Grande y madre de poeta, quiere precisar que este poemario también es un grito reivindicativo. "No quería dejar de decir que soy hija de un pintor republicano y aquí dejo constancia de que fue un hombre alegre, que amó la vida, la pintura, a su mujer, y, por encima de todo, a la justicia. Fue un magnifico pintor asesinado por defender a un gobierno legítimo".
La autora de libros como La otra música, el libro de relatos Que planche Rosa Luxemburgo (Premio Galiana 2004) y el libro de recuerdos Espejito, espejito asegura que este poemario es muy importante, pero que en sus obras anteriores también ha hecho un recorrido por la memoria y la historia. "Creo profundamente en la memoria histórica -aclara-, no podemos perder de vista lo que somos y lo que hemos vivido para no volver a cometer errores; por eso pienso que no hay que olvidar nada".
Jovial y entusiasta, Francisca Aguirre reconoce que "ama la vida" y todos los días recuerda los versos de Violeta Parra en agradecimiento a una existencia dichosa que le ha llevado a compartir experiencias con poetas como José Hierro, Luis Rosales, Juan Rulfo o Ernesto Sábato. Junto a ellos aprendió a amar la poesía hasta identificarla con un "paño de lágrimas". "La poesía es el paño de lágrimas de las personas con cierta sensibilidad" explicó.
"En mi caso, la poesía ha sido la gran consoladora, yo me he hinchado a leer a César Vallejo o a Garcilaso y a llorar a tumbos con ellos", confiesa. No obstante, Francisca Aguirre considera que la poesía va "ganando terreno" en estos últimos tiempos donde "nos venden a todos cosas imposibles". "De pronto te das cuentas que el poema maneja lo intangible y el mundo de la emoción, y esto es un invento mucho más grande. Es mucho más misterioso que se te acerque un ser humano y por el mero hecho de estar cerca de ti, notes que el mundo es otro". "Mi única universidad fueron los libros y los libros de viejo", confiesa Paca Aguirre, e insiste en que los libros son un "abrigo" capaz de resguardar a cualquier cuerpo del frío.