Hoy es el día en que a su director le siguen llamando de festivales, ciclos y jornadas cinematográficas de medio mundo para ver si puede asistir a la reposición de su primer largometraje, una película que ha revivido de cara al gran público gracias a una serie de ediciones en DVD con diferentes extras que también ha incluido a títulos como La madre muerta. Juanma Bajo Ulloa tenía entonces 24 años y aunque no era un desconocido en el mundo del cortometraje, fue toda una sorpresa que entrase por la puerta grande a la Sección Oficial del XXXI Festival de Cine de San Sebastián, que tuvo lugar entre el 19 y el 28 de septiembre de 1991. Su debut fue de las primeras obras en proyectarse aquel año y desde ese momento Alas de mariposa estuvo en todas las quinielas para llevarse algún premio de Donostia. Lo que nadie creía que llegase a ser posible era que el galardón fuera la Concha de Oro.

Esta vez ese 28 no será sábado como hace dos décadas, sino miércoles. De hecho, el Zinemaldi de 2011 será también historia a esas alturas del calendario. De todas formas, aunque no sea en el día exacto, tampoco habrá celebraciones especiales. Ya hubo una pequeña fiesta hace diez años que terminó con el reparto de unas alas convertidas en escultura por Koko Rico. Aún así, el realizador gasteiztarra tiene previsto volver a San Sebastián y sabe, como relató hace unos meses a este periódico, que si se encuentra con alguno de los intérpretes o técnicos que le ayudaron a construir su primer filme, no podrá resistirse a recordar viejos tiempos con una copa en la mano. Es más, casualidades de la vida (o no), incluso puede que el director coincida con Glenn Close, actriz que hace 20 años fue la encargada de hacerle entrega del galardón y que ahora recibe el Premio Donostia.

Cuando el jurado (compuesto por Paul Leduc, Fernando Colomo, Xabier Elorriaga, Janusz Morgenstern, Karen Shaknazarov y Bodo Fründt) hizo público el palmarés consiguió algo casi imposible en un festival de la categoría del donostiarra, que casi nadie pusiera ni un sólo problema a la Concha de Oro. Otra cosa fue el resto del fallo, pero es que hay cosas que no se pueden evitar. Alas de mariposa conseguía uno de los reconocimientos más importantes de la escena internacional y, además, un premio en metálico que, por primera vez en la historia del certamen, se daba en ecus, el antecesor del euro (en pesetas, al cambio de la época, la distinción se tradujo en unos 32 millones).

Todo el que había visto la película tenía claro que su triunfo era más que merecido, pero eso no fue óbice para que la sorpresa para todo el mundo fuera mayúscula. Arriesgada, sobresaliente, especialmente sensible, original... Los adjetivos que la prensa especializada dedicó al filme fueron muchos y todos ellos muy positivos.

Los reconocimientos obtenidos en la capital guipuzcoana no fueron los únicos, claro está. Ahí estuvieron los Goya a la mejor dirección novel, al guión original y a la actriz protagonista (concedido a Silvia Munt). Pero fue en San Sebastián donde el nombre de Juanma Bajo Ulloa entró por la puerta grande del séptimo arte. A la misma ciudad, el realizador vitoriano regresó dos años después para presentar La madre muerta, otro inquietante título que se llevó Goya y premios en distintos certámenes como el Festival de Montreal. Y Airbag, la película española más taquillera hasta que apareció Torrente y también ganadora de dos estatuillas de la academia estatal. Lejos de Donostia se estrenó Frágil, el último largo de ficción hecho por Bajo Ulloa antes de meterse de lleno en la realidad musical de Distrito 14 en Historia de un grupo de rock. Ahora se encuentra dando los últimos retoques a otro documental, el del Azkena Rock Festival, mientras redondea el guión de El mal.

Aquella mirada La sencillez puesta al servicio de la eficacia. Así se podría resumir Alas de mariposa. Es decir, pocos artificios o intentos de demostrar demasiadas cosas en una misma película y sí un buen guión, un trabajo de cámara acertado, una banda sonora de nivel, un reparto equilibrado...

La productora familiar de los Bajo Ulloa y la compañía de Fernando Trueba hicieron posible un filme escrito por Juanma y su hermano Eduardo que muchos lo identifican rápido, incluso quienes no lo han visto, con los inquietantes ojos de Laura Vaquero. Tras la mirada de aquella niña se encontraba un reparto liderado por Munt y Fernando Valverde en el que también se encontraban Karra Elejalde (que repetiría con el realizador en sus dos siguientes proyectos), Txema Blasco, Carmen Ruiz Corral, Rafa Martín... Y, por supuesto, Susana García, la otra poseedora de la mirada penetrante. Sin olvidar la música compuesta por Bingen Mendizabal, que por aquella época iba paso a paso saliendo de Hertzainak para introducirse en el séptimo arte.

La relación entre dos mujeres, entre madre e hija, marca la historia de este drama en el que, en realidad, el factor masculino juega un papel esencial. Sin embargo es mejor no contar demasiado de lo que Ami protagoniza a lo largo de los 108 minutos de filme. Todavía son muchos los que pueden descubrir los misterios que encierra Alas de mariposa.