El actor Mario Moreno Reyes (1911-1993) protagonizó dos vidas, la propia, de la que hoy se cumplen cien años, y la del personaje de Cantinflas, un mito popular mexicano que pasó de ser inmortalizado en el paseo de las Estrellas de Hollywood a terminar completamente desgastado. La fama de uno de los comediantes más universales que ha dado México dejaría a Moreno Reyes (1911-1993) a las puertas del Premio Príncipe de Asturias de las Artes.

El polifacético Cantinflas era un actor nervioso que dio sus primeros pasos bajo la carpa del circo; además, tiene el honor de haber dado al menos un nuevo verbo a la lengua española, cantinflear (acción y efecto de hablar mucho con escasa o nula coherencia), incorporado al Diccionario de la Real Academia de la Lengua en 1992.

Dejó su impronta en 42 películas de variable calidad, pero se adentró en el cine a los 25 años, con No te engañes, corazón (1936), marcando poco a poco una trayectoria que luego afianzaría con Así es mi tierra (1937), Ahí está el detalle (1940), El gendarme desconocido (1941) y Ni sangre ni arena (1941), con la que surgiría el toreo bufo.

El crítico mexicano Carlos Bonfil, del diario La Jornada, refiere que Cantinflas fue "un cómico excepcional" que con los años "se vuelve predecible, lleno de fórmulas y clichés", un hombre que terminó convertido en una figura "accesoria". "La imagen clave que los mexicanos conservamos de Cantinflas es la de un ser crítico, subversivo en el habla, que expone la retórica gastada de los gobiernos", fueran del talante que fuesen.

Cantinflas o El Peladito era un proletario de ascendencia indígena, como lo denotaba su color moreno y su bigotito, que con el tiempo perdería autenticidad "para volverse un miembro de la burguesía, un personaje oficialista, cercano al régimen", señala Bonfil.

Aspiró entonces a "representar la tipología del mexicano" tal como lo concebía el Estado de entonces, como una persona "responsable, trabajadora, ligada y obediente del poder, dócil y simpática", pero ya sin la subversión del principio. El crítico comenta que con los años Cantinflas se convertiría en "una industria", y con ese ánimo han manejado hasta hoy su legado sus herederos. Perder la rebeldía y capacidad crítica para optar por la parodia se reflejó en su cine, ya que a partir de entonces todas sus cintas "tienen un final feliz". Bonfil destaca entre su legado dos de ellas, Ahí está el detalle, de Juan Bustillo Oro (1940), y Águila o sol, de Polito Sol (1937). Quizá el momento de mayor reconocimiento internacional lo alcanzaría en 1957, al ganar el Globo de Oro tras el éxito internacional de La vuelta al mundo en 80 días (1956).

Lucha por la herencia Actor y empresario, Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes fue el cuarto de ocho hijos, se crió en la colonia Guerrero de Ciudad de México, y de la mano de Cantinflas ganaría un espacio en la llamada Época de Oro del cine mexicano (1936-1955) junto a figuras como María Félix o Jorge Negrete.

Fue aficionado al baile y al boxeo (se entrenó en este deporte, que luego llevó al cine). Sus primeros pasos en el mundo de la farándula los daría como bailarín y actor sustituto, para culminar abrazando la comedia, convirtiéndose en un gran actor, alabado por el propio Charles Chaplin. Estuvo casado con Valentina Ivanova, con quien adoptaría a Mario Moreno Ivanova, su hijo.

Sin embargo, con el tiempo parte de la gente "empezó a cansarse de Cantinflas", quien seguiría gozando de bastante fama pero convertido ya en un "cómico de humor blanco".

El 20 de abril de 1993, a los 81 años de edad, un cáncer de pulmón terminaría con su vida. Fue velado en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México y enterrado en el Panteón Español capitalino. "Parece que se ha ido, pero no es cierto", fue la frase que eligió para su epitafio. El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México le considera "un referente en el cine nacional y en la cultura mexicana". Por contra, sus herederos llevan meses enfrentados, acusándose entre ellos y tratando de sacar tajada a costa de la persona y del personaje. Más de 100 millones de dólares tienen la culpa.