huesca. Los catalanes Ojos de Brujo se unieron el sábado por la noche a la lista de conciertos que ha ofrecido este año el festival Pirineos Sur, que terminó ayer tras haber contado, entre otras, con las actuaciones de Russian Red, El Guincho, Katia Guerreiro, Rubén Blades y Andrés Calamaro.
Con esta han sido 20 ediciones, que convierten a este encuentro de músicas del mundo en el más longevo y en uno de los más veteranos del Estado. Fue en 1992 cuando el pantano de Lanuza acogió las letras de Ketama, Luz Casal o los sudafricanos Mahlathini & the Mahotella Queens.
En estos años, los servicios de las nuevas tecnologías han cambiado decisivamente la cita. De la cobertura móvil cegada por los montes del Valle de Tena se ha pasado a transmitir crónicas por wi-fi, aunque en el espíritu musical este encuentro sigue siendo el de entonces.
También ha variado el panorama multicultural. En 1992, cuando la inmigración era un fenómeno incipiente y apenas se veían por Madrid o Barcelona -y menos aún por Huesca- pieles de otro color y voces con otra musicalidad, el Pirineos Sur constituyó una importante y pionera ventana al mundo.
Desde esa fecha han contribuido a encumbrar este foro artistas con mayúscula, gente procedente de todos los puntos cardinales del planeta como Manu Dibango, Ray Lema, Michael Nyman, Gilberto Gil, Cesaria Evora, Tito Puente, Youssou N'Dour, Carlinhos Brown, Cheikh Lô, Compay Segundo o Goran Bregovic.
A la memoria de los fallecidos Enrique Morente y José Antonio Labordeta, dos de esos nombres que en su día dejaron huella en esta cita musical, se ha dedicado la presente edición. Y es que, sin dejar de observar fuera, este punto de encuentro de culturas y sonidos se ha caracterizado en 2011 por su mirada hacia dentro, una decisión muy oportuna en tiempos de crisis para moderar costes sin renunciar a la calidad.
Aparte del gran desembarco catalán -con Ojos de Brujo, Miguel Poveda, Kiko Veneno, Albert Pla y la Troba Kung-Fú-, artistas de todos los rincones del Estado han animado esta edición que ha contado, entre otros, con el canario El Guincho, los madrileños Russian Red y DePedro, los mallorquines Antónia Font y el andaluz Zenet.
También Portugal tuvo su representación entre las tribus ibéricas con las actuaciones de Orelha Negra y Katia Guerreiro.
Fuera de este marco espacial, no se pueden olvidar las citas mágicas brindadas por dos artistas latinoamericanos en la apertura: el panameño Rubén Blades, en una noche fría que él contribuyó a templar; y, sobre todo, el argentino Andrés Calamaro, un gran artista que conquistó Lanuza.
Pirineos Sur no ha olvidado tampoco sus tradicionales guiños a Marruecos y Senegal, con nuevas coproducciones como Tranzik -un homenaje a los muertos y desaparecidos en el trayecto de la inmigración hacia España-, y Vida -un relato lúdico de la vida de una mujer, a través de títeres y números de circo marroquí-.
Con este espectáculo llegó ayer por la noche a su final la edición de las tribus ibéricas, que será recordada por la conclusión de las obras del Auditorio Natural de Lanuza y por haber abierto, en esta casa de las músicas del mundo, una ventana al patio interior.