Un pájaro de estas características es una verdadera bendición para el show futbolístico. Concita en las masas seguidoras de los equipos rivales un odio tan fértil como atractivo. Su táctica de desplantes, su talante siempre en clave pugilística, buscando el clinch, consiguen que el espectáculo del fútbol trascienda los 90 minutos de juego, y se prolongue en forma de show toda la semana, hasta el siguiente partido.