valladolid. Una exposición inédita y desconocida de casi un centenar de dibujos, grabados, fotografías y documentos, inaugurada ayer en Valladolid, descubre en Rafael Alberti (1902-1999) a un "pintor frustrado", su "otra gran pasión" además de la poesía, en palabras de su última mujer, María Asunción Mateo.
"Siempre tuvo una espinita: que nunca se le había considerado como un pintor", precisó Mateo, presidenta de la Fundación Rafael Alberti, entidad dependiente de la Diputación de Cádiz, radicada en El Puerto de Santa María de la provincia andaluza y que ha prestado la mayor parte de los fondos que se podrán ver hasta el próximo 1 de mayo.
El lema de la exposición, El Alberti oculto. Diálogo de Venus y Príapo, remite a la temática "fresca, vital y erótica" que siempre caracterizó al espíritu del poeta y que, en su faceta pictórica, trasladó al papel mediante una sucesión de curvas y óculos como metáfora del cuerpo y sexualidad femeninos. "Si bien es cierto que la poesía le enamoró, nunca dejó de pintar a lo largo de su vida incluso durante el exilio en Argentina lo hizo como medio de vida. Pintó en las cosas más peregrinas e insospechadas como en cortinas, menaje o el capote de paseo de Luis Miguel Dominguín", añadió Mateo.
Recuerda también cuando en 1989, con motivo de su ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, le invadió una gran alegría e incluso rodeó de mayor solemnidad su investidura que cuando pocos años antes recogió de manos del rey, en la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), el Premio Cervantes del año 1983.
Cuando Rafael Alberti regresó a España desde el exilio, en 1977, nunca quiso pertenecer a la Academia de la Lengua a pesar de los esfuerzos de su amigo, compañero de la Generación del 27 y entonces director, Dámaso Alonso, "y antes de escribir una palabra la veía a través de signos y formas", en clave de artista plástico, desveló Mateo entre otros rasgos de quien fue su compañero durante veinte años.
"Antes que poeta fue pintor. Visualizaba la poesía a través del dibujo y al revés porque son dos ramas de un mismo tronco", explicó por su parte la crítica de arte y comisaria de la muestra, María Oropesa, quien definió a Rafael Alberti como "un genio renacentista dentro de la Generación del 27", con creaciones que remiten a Miró y Kandinsky, puso como ejemplos. De su afición por la pintura habla una serie de fotografías donde Alberti comparte momentos con artistas como Picasso, Tàpies y Otero.