Hoy se inaugura en la sala Amárica una nueva edición del programa anual Inmersiones. Un programa pensado para sumergirnos en la creación más joven, desconocida. Es la tercera edición. Cada una de ellas ha sido coordinada por una persona diferente. Algo bastante inusual hoy en el mundo de la cultura. Porque cuando alguien pone en marcha una propuesta que funciona, la amarra con fuerza. La hace suya y no la suelta. "Hasta que la muerte nos separe", parece ser. Y esto es un problema. Pues la fórmula acaba desgastándose de tanto repetirse. Año tras año se introducen cambios, sí. Pero realizados por la misma cabeza. Por tanto no son significativos. Ejemplos cercanos, tenemos: hace unos días he estado visitando las exposiciones de Periscopio y me parece que este evento empieza a dar señales de fatiga. Y me gustaría saber cómo se desarrollaría Periscopio si sufriera un reseteo: si lo apagásemos y lo volviéramos a encender. Pero no quiero sumergirme en el terreno de la cultura-ficción. Ni tampoco animar a nadie a abandonar nada. Es sólo un ejemplo.

El relevo coordinativo de un proyecto posibilita que éste se enriquezca, mute, cambie, se reinvente, sorprenda? Cada edición sufre un previo reseteo de su propio sistema. Cada coordinador es una nueva persona al frente del mismo ordenador. Lo personaliza, carga otros programas, otras mejoras. Cada edición es, por tanto, como un personaje de cómic dibujado por un nuevo creador. Algo muy interesante. Parece que el proyecto está vivo. Que el personaje de cómic tiene vida propia, sin necesidad de un autor. La primera edición de Inmersiones coincidió con la reapertura de la sala Amárica tras años de cierre. También fue la primera actividad puesta en marcha por la Asamblea Amarika. Por ese colectivo de ciudadanos que está gestionando actualmente tres salas expositivas de la Diputación Foral de Álava con un presupuesto, por cierto, cada vez más menguante. Fue un Inmersiones con mucha energía. Con muchísimos artistas jóvenes presentando sus proyectos ante el público mientras conocían a la gente de la Asamblea. Y mientas se conocían entre sí. La segunda edición se centró en dar a conocer a los jóvenes artistas seleccionados a múltiples museos y centros de arte del Estado. Mientras se daba a conocer también a la propia Asamblea Amarika. Fue un Inmersiones volcado al exterior. Y esta tercera edición -coordinada por Rubén Díaz de Corcuera- quiere ser de encuentro reflexivo. Un ejercicio de crítica, de autocrítica, analizando lo que se ha hecho y lo que queda por hacer. Repensando el futuro de Inmersiones. Sin olvidar las presentaciones públicas de los trabajos de las varias docenas de artistas seleccionados.

Deseamos larga vida a Inmersiones y al Proyecto Amarika. Y deseamos que cunda el ejemplo y que haya relevo en la coordinación de otro tipo de eventos, de festivales, de exposiciones, de programas?