barcelona. La escritora estadounidense Siri Hustvedt -mujer de Paul Auster-, que acaba de publicar La mujer temblorosa, una suerte de "memorias neurológicas" en las que analiza su propio sistema nervioso y sus problemas de salud, dijo ayer que "el acto de narrar historias tiene siempre un valor curativo". La autora dijo que "una de las razones de escribir el libro es que quería agitar el debate sobre esa tendencia actual a separar lo fisiológico de lo psicológico, el cuerpo de la mente". El punto de partida de su libro, que edita Anagrama, es el momento en el que Hustvedt sufrió un ataque de temblores en un homenaje que le hacían en la universidad a su fallecido padre. Comenzó a temblar, pero del cuello hacia abajo, y pudo seguir hablando con claridad y acabar su discurso, aunque sus brazos y sus piernas se estremecían de un modo incontrolable. El libro se convirtió en una lúcida crónica de la búsqueda de un diagnóstico, de una explicación para males que no parecen tener causa física. La autora concluye: "Esa mujer temblorosa soy yo", una sentencia que tiene que ver con "la aceptación de que esos síntomas somos también nosotros".