Los nueve días más intensos de cine que vive Donostia cada mes de septiembre, tuvieron su colofón con una fiesta que reunió a alrededor de 150 invitados en villa Borobil, en el barrio de Zorroaga. Por segundo año consecutivo, la espectacular casa de la empresa donostiarra Designhouses acogió a los invitados del Zinemaldia en un acto que organizó el hotel Viura, el vanguardista establecimiento de Villabuena de Álava, en la Rioja alavesa, que también ha sido diseñado y construido por el estudio guipuzcoano.

Autoridades, premiados, actores y actrices, los miembros del jurado y los responsables de la organización del certamen disfrutaron de la velada en un escenario de película, decorado para la ocasión con carpas rojas, una de ellas gigante, y en la que sobresalía la piscina, cubierta de hielo para refrescar la bebida, que no el ambiente, porque la noche fue fresca, propia de este otoño que ya se deja notar. Poco a poco, pasadas las once de la noche, los invitados, con el alcalde de Donostia, Odón Elorza, a la cabeza, fueron desfilando por el inmueble de Designhouses, una firma que se dedica a proyectar y edificar espacios que destacan por su vanguardista diseño arquitectónico y que este año ha figurado como colaborador del festival. Para dar buena cuenta del lunch, los responsables del hotel Viura prepararon el ágape en la propia cocina de la casa, en la que no faltó un cortador de jamón. Enterrado por la crisis el tradicional fin de fiesta que se celebraba hasta hace unos años en el clásico Palacio Miramar, Villa Borobil se ha convertido en sólo dos años en un escenario ideal para poner colofón al Zinemaldia, e incluso a cualquier acto o reunión que se precie. Así lo atestiguaba Mikel Olaciregui, que se mostraba más relajado tras su emocionante intervención en la clausura del Kursaal, y su sucesor, José Luis Rebordinos, que estuvo toda la noche (ya casi madrugada) muy dicharachero, como es habitual en él. Al acto en Villa Borobil no faltó Peter Mullan, el gran triunfador del Zinemaldia con su doblemente premiada Neds, ni rostros que durante estos días se han podido ver con frecuencia por las calles de Donostia, como es el caso de José Coronado, miembro del jurado de la Sección Oficial, y John Sayles, un clásico del festival donostiarra que en esta ocasión ha pasado sin pena ni gloria.

Entre conversación y conversación, los asistentes pudieron degustar un jugoso lunch, apreciar una casa que invita a ser recorrida (lo mismo sucede con el impactante hotel Viura, que ya organizó una fiesta similar en el hipódromo de Lasarte con motivo de la carrera Hotel Viura) y, cómo no, divisar las bonitas vistas de Donostia que se ofrecen desde su atalaya del barrio de Zorroaga.

La noche se fue agotando entre variopintas charlas, música de fondo y despedidas. El año que viene, más y mejor.