En 2009 escribió un texto sobre su último disco, "La hora de los gigantes", en el que decía que tenía "algo especial". ¿Era un texto eufórico por estar el álbum recién hecho o sigue teniendo esa sensación?
Yo creo que ha crecido. Ha sido un disco que ha traído muchísimas satisfacciones, con una energía especial desde el primer momento. En todo. En las canciones, en la gente que ha formado parte del equipo a la hora de grabarlo... Ha sido algo que ha ido a más, a más, a más, y ha sido un año y medio increíble, la mejor gira... No sé si la mejor, pero sí una de las mejores de mi vida. Un gusto. Un año y medio muy especial, y todo de la mano del disco. Así que sí, estoy eufórico, sigo eufórico.
Está con unas ganas terribles...
No sé, a lo mejor es que esta vez se ha notado más. Supongo que con este disco ha habido un éxito mayor, un contacto con el público mayor, y la gente se ha dado cuenta más, pero las ganas yo siempre las tengo.
Dice que la mejor forma de escuchar música es con auriculares, no como Tom Waits, al que le gusta oírla en una radio de doce dólares. Waits dijo también que enterraba las novedades musicales en el jardín y las "exhumaba" un año después. ¿Hace falta tanto barbecho?
Es una manera de enfrentarse a una canción nueva. Con la ropa también puede pasar. Cuando la compras y sales de la tienda con ella puesta es rarísima. Y, en cambio, a los tres o cuatro meses, cuando la ropa se ha hecho a ti y ha envejecido un poco es cuando empieza a ser algo que reconoces. Supongo que con las canciones pasa lo mismo, incluso con las tuyas. De todas maneras, cuando más disfruto las canciones es recién grabadas. Al menos las mías. Ese momento en que ya he entendido la mezcla y he decidido que así es como la quiero. Ahí es cuando más las disfruto. Luego ya empiezo a alejarme de ellas. Ahora, por ejemplo, La hora de los gigantes no lo escucho ni muerto. Lo toco encantado de la vida, pero ponerme el disco no...
La emoción de la canción recién memorizada, que sale sin pensar...
Claro, exactamente...
Le hemos visto en Vitoria con Los Ronaldos, con la obra "El hombrecito"... ¿Con quién viene ahora?
Con Nico Nieto, guitarrista del disco, que me acompaña toda la gira.
¿Ha tocado antes en una catedral?
No (silencio). No he tocado nunca en una catedral. Es alucinante. La verdad es que es un concierto que me apetece mucho. Me parece que al que se le haya ocurrido meter a un rockero en una catedral es un tío con mucho sentido del humor o muy inconsciente o que no sabe ni lo que hago yo. La verdad es que tiene gracia, es curioso que hayan llamado a un tío que hace rock&roll para tocar en el atrio de una catedral. Me siento muy honrado, la verdad, porque es como todo. Conciertos superexquisitos y sofisticados... y yo. Me alucina, me gusta.
En su primer disco, "Soy un astronauta más", cantaba "soy el mismo de ayer y no hay nadie que me crea". ¿Su concepto musical es el mismo o hay nuevas influencias?
Sí, sí que las hay. Claro que las hay. Lo que pasa es que, bueno, supongo que yo soy el mismo. La verdad es que es algo que me cuesta muchísimo analizar, algo que tienen que ver los demás. Tú te ves en el espejo todos los días, convives contigo mismo todos los días. Es el que te ve de fuera y se tira un tiempo sin verte el que nota los cambios. Yo no sé los cambios. Sí es verdad que ha habido influencias recientes que me han marcado. Gente como Richard Hawley, Divine Comedy creo que van a tener una responsabilidad importante en el nuevo disco.
En su debut en solitario aseguraba haberse desnudado en las letras. Con las del último afirma que ha conseguido decir exactamente lo que quería...
Casi siempre, cuando he escrito letras, he utilizado metáforas para contar lo que quería. Muchas veces ni siquiera yo me daba cuenta de que era "eso" lo que quería explicar. En este disco sí que he ido a contar algo concreto, era consciente de que quería hablar exactamente de eso y lo decía sin metáforas.
En la película "Todo es mentira" acuñó esa frase tan repetida de "me voy a Cuenca". ¿Era consciente de su repercusión? ¿Le persiguió?
Me persiguió un tiempo, pero ya no. Pero bueno, yo encantado. Es una película de la que me siento orgulloso y es una frase brillante de Álvaro Fernández Armero. Es él el responsable de esa frase, de ese éxito. Es él el que la escribió. Yo era un actor que la pronunciaba. El acierto de utilizar esa frase, "me voy a Cuenca", como metáfora de "desaparezco", "no quiero ver a nadie", fue de Álvaro. Y supongo que por eso tuvo tanto éxito, porque era una síntesis de " me voy a tomar por culo", "me largo de aquí", "no quiero saber nada de vosotros ni de nada". "Me voy a Cuenca".
¿Y qué le sucede en Cuenca? Tendrá condición de embajador...
He estado en Cuenca y nadie me ha dicho nada. Creo que es el único sitio donde nadie me ha dicho "me voy a Cuenca".
Eso es respeto.
Claro.
Hablando de cine, ¿proyectos?
De momento no. Y no es algo que me preocupe. Estoy encantado con el momento musical que estoy viviendo. Y es lo mío. A mí lo que me gusta es estar en un escenario haciendo canciones.