madrid. "En la vida circulamos entre dos territorios: el miedo a ser abandonado y la culpa de abandonar, y todo lo que hacemos, salvo comer y otras necesidades, es para no estar solos", afirmó el director de cine argentino Daniel Burman. Su último filme, Dos hermanos, es una adaptación de la novela Villa Laura, del escritor Sergio Dubcovsky, en la que el director retrata el miedo a la soledad y los problemas que surgen en la convivencia familiar.
Marcos y Susana son dos hermanos que rondan los sesenta años con una relación muy complicada debido a la diferencia de sus temperamentos. Tienen vidas muy distintas y viven enfrentados de forma continua, pero se ven obligados a afianzar su relación tras la muerte de su madre. Susana, con una personalidad entre avasalladora y delirante y que siempre hace sus negocios dentro de la familia, convence a su hermano, un orfebre culto y sensible, para que compre una vieja casa en un pequeño pueblo uruguayo. A partir de ese momento comenzarán un nuevo periodo de su vida en el que no sabrán estar ni juntos ni separados.
Según dijo el director, con esta historia le ocurrió lo que sólo le había pasado con sus guiones: terminar el libro y poner los personajes de ese en cualquier situación que no estaba escrita y saber cómo reaccionarían, cómo hablarían y qué conducta tendrían. "Lo mismo que te pasa con un amigo o conocido, que uno puede prever cómo reaccionaría ante una situación, aunque no la haya vivido, porque ese mundo que construye otro también puede ser tu mundo", manifestó. Cuando imaginó estos personajes pensó en los actores Graciela Borges y Antonio Gasalla, dos iconos del mundo del cine y el teatro argentino, algo que supuso un "desafío".