EL cartel sobre la puerta de entrada. Las musicales siluetas genéricas sobre las de los baños. El letrero de backstage sobre el quicio de la zona común. Talde Gune ya está ocupado. Y Aitor Ruiz de Arbulo desocupado. Al menos de toda la incesante cadena de decisiones para levantar este edificio de 1.400 metros cuadrados, que alberga en la calle Miravalles, muy cerca del Buesa Arena, el mayor complejo de locales de ensayo de Euskal Herria. También Aitor tiene su puerta: bulegoa. Todas las demás también tienen dueños... salvo una. Sólo queda un local sin alquilar.
De Arte Gune a Talde Gune. Y tiro -tabiques- para que los demás toquen. Tras dos años de construcción megalítica, el espacio ya es un crisol de melodías. Baquetas por martillos. Cuerdas por cintas métricas. Medio centenar de trabajadores de una veintena de gremios han pasado por este rincón del polígono industrial de Betoño. "Y como yo también he sido currela, les he intentado tratar bien".
El palacio Euskalduna, los nuevos platós de EiTB... Son algunos de los proyectos que ha llevado a cabo la ingeniería acústica BASCOMPSA, encargada también de regular las sonoridades de los locales, de levantar sus libres celdas. "Lo normal en insonorizaciones es hacer locales de hostelería, esto es otra cosa; realmente no habría que insonorizarlos con respecto al entorno industrial, pero sí los locales entre sí", explica José Mari Egaña, orgulloso de su trabajo. No en vano, de mayo a octubre diez trabajadores de su empresa pusieron los mimbres musicales de este proyecto único.
Independizaron electrónica de ska, hip hop de heavy, rock de pop. El mismo proyecto que Aitor gestionaba en Arte Gune, "pero ahora el edificio es mío; después de invertir toca sacarse el sueldo... este año todavía no, pero me lo sacaré", bromea, midiendo la amortización.
También de Arte a Talde ha saltado el batería Iker Barrientos, miembro de Rezikletas y Código Habana, además de uno de los seis profesores que dan clase en los locales. "Llevaba toda la vida allí, doce años, y la verdad es que estos están muy bien, sobre todo por la seguridad". Algo en lo que, como otros puntos, no ha escatimado Aitor.
El semillero está plantado. Toca ver crecer a las partituras. "Por volumen, casi 45 grupos y doscientos músicos, casi la mitad de la música de los próximos veinte años en Vitoria va a salir de aquí", calcula Aitor. Y es bueno en mates. Lleva dos años haciéndolas. Toca escuchar. Toca gestionar un espacio que decoró su pareja, Ainhoa Sánchez. Y su txiki también ha colaborado, cediendo su pequeña batería. Está sobre la puerta, justo al otro lado del cartel de Talde Gune, que ya está abierto. ¡¡¡UN, DOS, TRES...!!!