Gijón. La intérprete española Ángela Molina aseguró ayer que en su oficio aprendió a disfrutar pero también a perder. Molina se definió como actriz de cine de autor, al tiempo que abrió la puerta a que en un futuro de pueda poner detrás de la cámara e incluso escriba sus memorias. Asimismo, apuntó que le gustaría que hubiese más mujeres directoras y las animó a que se sientan necesarias en este arte.

Así lo manifestó en la rueda de prensa celebrada en el Antiguo Instituto con motivo del premio Nacho Martínez que recogió en la gala de inauguración del XXVII Festival Internacional de Cine de Gijón. La actriz tuvo un recuerdo para su amigo Martínez, y en especial de la película en la que ambos compartieron protagonismo, La mitad del cielo.

"Nos reíamos mucho", dijo sobre el actor asturiano. Por este motivo, indicó que, pese a que sus papeles les obligan a mantener una relación odio-pasión, "nos era difícil encontrar ese punto de aversión en el rodaje". Molina apostó por no dejar de ser uno mismo en esta profesión, que vinculó más en su caso al cine de autor que al comercial. Una profesión en la que también ha habido momentos "injustos", que ha sabido pelear.

"Tuve la oportunidad de conocer a directores de gran talla humana", apuntó antes de nombrar a Luis Buñuel, con el que trabajó por primera vez cuando tenía unos 20 años. Molina aseguró que Buñuel ha sido para otros directores "un punto de partida de su creatividad". "Los demás para mí son como sus hijos", añadió.