Hace ocho meses, allá por la primavera, Europa se incendió de protestas del sector agroganadero. Descontentos con la nueva Política Agraria Comunitaria, tensionados por el alza de los costes de producción fruto de la guerra en Ucrania, una ingente procesión de tractores se plantó en Bruselas y en muchas de las capitales europeas protestando por la inviabilidad de su forma de vida. La respuesta de las instituciones de la UE no se hizo esperar: revisar la PAC, reducir la burocracia, lanzar paquetes de ayudas para paliar las pérdidas de agricultores y ganaderos y abrir un diálogo estratégico sobre el futuro de la agricultura. Ahora, las políticas generadas por el Pacto Verde, es decir, la firme decisión de combatir el cambio climático en forma de legislación, ha empezado a causar graves transformaciones en el sector de la automoción, uno de los más potentes en la Europa de los 27 y, de forma muy especial, en la locomotora de la Unión, Alemania.
Coche eléctrico
China ha acelerado significativamente en el sector del coche eléctrico. La industria occidental, especialmente la europea, debe abandonar rápidamente los vehículos de hidrocarburos si no quiere quedarse rezagada en un ámbito crucial, no solo a nivel económico, sino también en términos ambientales y tecnológicos. Los datos son contundentes. En muy poco tiempo, desde la salida de la pandemia, el gigante asiático ha dado un salto notable: actualmente, el 41% de las exportaciones mundiales de coches eléctricos provienen de China, mientras que en 2019 representaban solo el 21%. Además, el 52% de las ventas de coches enchufables (eléctricos e híbridos) corresponden a marcas chinas. Otros datos que resaltan esta indiscutible preeminencia: dos de cada tres baterías para coches electrificados se fabrican en China y el 32% de los coches exportados por ese país se destinan a la Unión Europea (y un 9% al Reino Unido). La penetración y fuerza de China representan un desafío formidable.
Guerra de aranceles
Por ahora, está claro que Europa está perdiendo terreno en la carrera global del coche eléctrico. La pregunta crucial es: ¿tiene capacidad de reacción? De momento, debido a los aranceles y la guerra comercial con EEUU, China se ha enfocado en el mercado europeo, donde se estima que para 2025 exportará 800.000 coches, la mayoría eléctricos. Esta ambiciosa estrategia se basa en una política comercial agresiva, respaldada, según ha denunciado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, por precios “artificialmente bajos” gracias a subsidios estatales. Precios contra los cuales la industria europea no puede competir. Una cosa está clara, detrás de España, Italia es el único país que se encuentra rezagado en la venta de vehículos 100% eléctricos. Actualmente, el elevado precio y la falta de infraestructura de servicios son los principales obstáculos que frenan la venta de coches eléctricos en el país. En este contexto, algunas empresas ya están tomando medidas: Seat y Volkswagen tienen prevista una inversión de alrededor de 10.000 millones de euros solo en España, la mayor apuesta industrial en la historia del país. Este es el rumbo a seguir.
Protestas del sector
Entre 2019 y 2023 la UE ha visto desaparecer más de 853.000 empleos en el sector manufacturero (incluido aquí el sector del automóvil, una industria que emplea a unos 2,4 millones de trabajadores y hasta 13 millones contando todos los empleos directos e indirectos). Polonia, República Checa, Rumanía y Alemania encabezan las cifras de destrucción de empleo en el sector industrial. Los sindicatos lo tienen claro: sin una transición ecológica justa, ni la competitividad ni la reindustrialización europeas son posibles, y esto porque las industrias sostenibles son el futuro. Una lectura inicial del plan de Draghi deja espacio para la transición ecológica justa, lo que permitiría proteger el empleo (de calidad y sostenible) y diseñar las políticas necesarias frente a la crisis climática. Ahora toca reaccionar y queda poco tiempo.