Hablaba hace muy poco y en este mismo medio sobre el Tren de Alta Velocidad, llamada y conocidas así mismo como la Y vasca, por eso de la figura que completarían los raíles entre Donostia, Gasteiz y Bilbo, como nudo clave transfronterizo entre la Aquitania de Francia y la Castilla de España. Habla hace muy poco sobre su retraso injustificado a todas luces en lo que se refiere a la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra. Decía, y digo, que hay temas y situaciones que como el Guadiana aparecen y desaparecen periódicamente con una cadencia exasperante por decisiones unilaterales de los diferentes gobiernos de España. Situaciones que se cronifican sin que se sepa a ciencia cierta la razón política última. Euskadi, la Y y el respeto ha sido el título elegido, aunque afirmaba que quizás sería más acertado hablar de falta de respeto. Falta de respeto. Sí. Me explico y para ello creo que es bueno y necesario que hagamos un poco de historia, al menos brevemente, lo estimo como oportuno. Veamos, las primeras relaciones entre Aquitania y Euskadi vienen de muy lejos, y de la mano de EAJ- PNV. Hace unos 34 años, Aquitania (Iparralde, no nos olvidemos está ahí ubicado) y Euskadi firmaron un Protocolo de Cooperación para hacer frente a los crecientes problemas de movilidad y transporte transfronterizos existentes. Posteriormente, allá por 1992, se firmó otro Convenio de Colaboración en el campo de las infraestructuras ferroviarias, y ello por diversos motivos, entre ellos definir el enlace ferroviario Dax-Gasteiz como parte del tramo Madrid-Gasteiz-Burdeos-París. El objetivo era realizar un estudio para abordar la problemática del transporte y la movilidad, establecer la labor logística a realizar por las dos administraciones en materia de impulso de la red de infraestructuras de Euskadi y Aquitania, apostar decididamente por la intermodalidad e implementar una nueva línea ferroviaria transfronteriza mixta de “Altas Prestaciones”.

La Eurorregión (adonde Navarra se incorporó en 2015 tras 15 años de ausencia por sectaria y aislacionista decisión política de UPN) comenzó a mejorar las comunicaciones entre sus miembros para fomentar y potenciar la accesibilidad y el transporte mixto de personas y bienes más respetuosos con el medio ambiente. Por suerte la nueva situación política navarra abre las puertas a nuevas perspectivas. UPN fue sectaria y aislacionista, (nació a la contra y no a favor) y como muchas veces la historia pone a cada uno/a en su lugar. UPN siempre ha temido salir de su particular ombligo de confort.

Se requería adecuar vías y optimizar infraestructuras. Así, el ferrocarril de “actuación mixta”, Madrid-Gasteiz-Burdeos, se erige en clave para los intereses de la Eurorregión cual eje del Arco Atlántico. Lo repito, la evolución del mercado trasciende fronteras hacia escenarios de desarrollo regional donde no sólo existen relaciones entre vecinos próximos sino también relaciones con otros mucho más lejanos. Dicho de otra manera: sí tiene todo el sentido defender el corredor ferroviario atlántico como eje estructurador del suroeste de Europa. Y la denominada Y vasca forma parte de ese futuro, de un proyecto denominado por la propia UE como el proyecto número 3 de la red intereuropea Madrid-Gasteiz-Burdeos- Paris. Dicho proyecto número 3 fue uno de los 14 proyectos considerados prioritarios por la UE en la cumbre de Essen hace casi 40 años.

Pero nuestros vecinos franceses, París más bien, Francia, por su parte lleva mucho tiempo incumpliendo las directivas de Bruselas por potenciar el Eje Atlántico al que considera prioritaria y estratégico, y ello porque parece que entiende preferir ser fondo de saco por el sur de una red ferroviaria europea que se expande por toda Europa antes que abrir la conexión con la península Ibérica, por lo tanto, con la Y vasca. A este desinterés hay que reconocer y añadir el rechazo que esta cuestión, el de la alta velocidad, tiene entre la ciudadanía de Iparralde una zona poca atractiva para hacer negocios de gran calado.

Hoy en día, a comienzos de este año 2024 (19 años más tarde), el lehendakari Iñigo Urkullu insiste y continúa rebelándose con toda la energía posible, institucionalmente hablando claro, ante los sonrojantes y muy flagrantes incumplimientos de los compromisos y obligaciones asumidos en su día por los gobiernos francés y español en el marco europeo para desarrollar la alta velocidad ferroviaria en el Eje Atlántico. Así lo ha solido hacer en las instancias oportunas solicitando la concreción de los acuerdos adoptados en su día. Su incansable apelación sobre este tema y su continuada exigencia ante el cumplimiento de los compromisos adquiridos honran al lehendakari de los vascos en su responsabilidad y coherencia. Pero seamos sinceros, lamentablemente, es evidente, que el llamado Eje Atlántico se ha abandonado por el desinterés de los ejecutivos de París y Madrid por otra apuesta diferente: una apuesta que pasa por priorizar el desarrollo de la conexión mediterránea. La Y vasca ha sido en la historia reciente víctima de una auténtica doble “pinza”, por un lado, la de una auténtica voluntad centralizadora por parte de los diferentes gobiernos del PSOE y/o del PP, y, por otro lado, ha sufrido y pagado históricamente la brutal presión de un dogmatismo ideológico irreflexivo e irresponsable, por así decirlo, por parte del mundo de la llamada izquierda independentista vasca, en sus múltiples nombres, configuraciones y tentáculos. En este sentido pongo al futuro por testigo de que las discrepancias radicales históricamente centradas en ese mundo serán ignoradas y olvidadas cuando funcione la Y, como así ha ocurrido en casos de infraestructuras, carreteras y metros, rechazados en su día a cara de perro, pero hoy en día utilizados con total normalidad. ¿Quién no utiliza normalmente la autopista de Leizaran camino a Pamplona y prefiere el puerto de Azpiroz por enfurecido y radical oponente que fuese en su día? En fin. En otra ocasión, hablaremos de la conexión de la Y con Navarra, Aragón y el eje mediterráneo. Repito, quedamos a la espera de la posición del recién o “nuevo”, o último, gobierno en España respecto al desarrollo de las infraestructuras ferroviarias de alto rendimiento en Euskadi (Y) y sus conexiones “Norte-Sur”. Veremos su actitud. Pero me temo que tendremos que seguir insistiendo y hablando sobre este tema. Ojalá me equivoque, ojalá.

Termino y recuerdo que, desde Donostia, los ciudadanos que quieran desplazarse a Madrid deberán invertir, y por lo menos, cinco horas para recorrer los 450 kilómetros que separan las dos capitales por un trazado que en el tramo guipuzcoano es del siglo XIX. Esta es la realidad de la apuesta de los diversos gobiernos de España. Despreocupación palmaria. A los hechos me remito. Entiendo que la constitución de un lobby de las regiones ribereñas del Atlántico es fundamental para la defensa de sus intereses frente al poder particular y egoísta de los estados. Así se seguirían los pasos dados por las otras cuatro macrorregiones ya existentes en la UE como son las del Báltico, Danubio, la del mar Adriático-Jónico y la de los Alpes. Alguien manifestó en su día que la unión hace la fuerza. Sea pues. Suerte e insistencia. Resiliencia y ánimo. Sueño el día en que con gran dosis de nostalgia y acordándome de aquel pequeño, pero muy corajudo, equipo comandado por la consejera de Transportes y Obras públicas Nuria López de Güereñu y la batuta del lehendakari Juan José Ibarretxe dio sus primeros pasos en tiempos políticos muy convulsos y bajo la amenaza terrorista de la ya felizmente desaparecida ETA. En ese viaje estará presente en nuestros corazones el empresario asesinado por la sinrazón Inazio Uria.