hay temas y situaciones que como el Guadiana aparecen y desaparecen periódicamente. Situaciones que se cronifican sin que se sepa a ciencia cierta la razón última. Euskadi, la Y y el respeto ha sido el título elegido, aunque quizás sería más acertado hablar precisamente de lo contrario, es decir de la falta de respeto. Falta de respeto. Sí.
La Y vasca, el llamado Tren de Alta Velocidad (TAV) no ha sido precisamente nunca una cuestión personal baladí para mí. Desde el año 2005 me ha interesado y muy directamente. Me explico. Tuve la suerte y el honor durante los años 2005-2009 de ser el director de Gabinete de la consejera de Transporte y Obras Públicas del Gobierno Vasco Nuria López de Güereñu Ansola, eibartarra y buena amiga. Gran persona, mujer laboriosa e inteligente, leal y coherente. Conservamos la amistad.
El Departamento de Transportes y Obras Públicas era más bien un equipo reducido. Corría la última legislatura del lehendakari Juan José Ibarretxe que asumía la responsabilidad de la ejecución y gastos de las obras por medio de la llamada Encomienda. Los dineros utilizados se reducirían posteriormente del correspondiente Cupo. La interlocutora en el Gobierno de España era la entonces ministra socialista de Fomento Magdalena Álvarez.
ETA, miserablemente (no me regocijo, al contrario, me apena profundamente la falsedad de la memoria de algunos y algunas), se oponía a sangre y fuego, presionaba, amenazaba, extorsionaba y asesinaba, como del empresario Inazio Uria con el que manteníamos una muy fluida relación empresarial y de amistad. Lloramos mucho, cada uno/a a su manera y modo pero apretamos los dientes.
Fue nuestra opción y decisión personal ante la chulería de la violencia y las amenazas. Éramos muy conscientes de la situación: berrocis, desinhibidores, cambios de rutas y horarios, prudencia en los actos, salidas y llegadas etc. Pero no teníamos miedo al miedo. Tocaba armarse de valor, coraje y dignidad personal. Ante todo, demócratas vascos. Ante todo, vascos demócratas. No me es pues la Y una cuestión personalmente baladí. No. Forma parte de mi vida decisión y opción política y personal. Me enorgullezco de aquello. Dignidad, ante todo.
Éramos Eusko Jaurlaritza, éramos Gobierno Vasco. Todos y todas de EAJ-PNV. Orgullo. Ni más ni menos. Recordar está bien. Todos los que conducimos tenemos a ambos lados del coche retrovisores que nos ayudas a circular. Miramos hacia adelante, sí, pero ello no impide mirar de vez en cuando lo que nos aconteció. Y lo que ocurrió. Y lo que se decía por quienes apostábamos y hoy en día apostamos por esta nueva y moderna infraestructura de futuro.
A la espera de la posición del recién y nuevo Gobierno español respecto al desarrollo de las infraestructuras ferroviarias de alto rendimiento en Euskadi (Y) y sus conexiones Norte-Sur, saco de nuevo a colación este tema.
En mi opinión vale la pena subrayar algo llamado a ser clave e importante a futuro. Estamos hablando de un auténtico despropósito, el agobiante y reiterado retraso cual síntoma claro de agudas divergencias para con ciertas prioridades. Estimo como primera constatación que negarse a la alta velocidad va directamente en contra de la lógica del bienestar en general. Es inaceptable el atasco que acumula nuestra Y cuando paradójicamente la UE lo considera prioritario.
Y así, periódicamente, cual aguas del Guadiana, nos estamos mal acostumbrando a desayunarnos con noticias repetitivas, indignantes, sobre la Y. Habrá que recordar, una vez más también, que la Y vasca, es una de las prioridades y de las exigencias inalterables y constantes en el tiempo por parte del Gobierno Vasco y de su socio mayoritario, EAJ- PNV. Pero a pesar de todo, Euskadi continúa estando rezagada, y en ello, en el impenitente retraso, los diferentes colores de los gobiernos del PP y del PSOE, del PSOE y del PP de España se asemejan a dos gotas de agua en su manifiesta inacción. A los hechos me remito.
Los gobiernos españoles, sean del color rojo o azul, azul o rojo, le ha importado muy poco realizar una gestión inoperante, ineficaz e inadecuada del TAV en Euskadi hasta el punto de que llevamos alrededor de 19 años con unas obras que son el cuento de nunca acabar porque cada ministro que pasa por la cartera de transportes se compromete a impulsar el proyecto provocando nuevos retrasos.
No tiene ningún sentido que unas obras que comenzaron el 2006 con el lehendakari Juan José Ibarretxe y siendo Nuria López de Güereñu la consejera de Transportes y Obras públicas (de la que el que escribe estas líneas era su jefe de Gabinete), digo que a día de hoy a día de hoy, casi dos décadas después, estén inconclusas las obras como bien afirma en los periódicos de este Grupo Noticias el periodista Carlos Etxeberri en un magnífico artículo titulado “TAV el tren del castigo”. Yo, por mi parte llegaría a afirmar que estamos hablando de una auténtica vergüenza. Y me quedo corto.
Porque el agravio que sufrimos los vascos respecto a otros ciudadanos del estado es de libro, a la par de soportar un trato discriminatorio por haber sido marginados de disfrutar de una infraestructura que está ya en marcha en todo el estado, salvo en la Comunidad Autónoma Vasca y en Navarra, a la que hay que añadir Cantabria y La Rioja. Esta es la realidad objetiva y la apuesta por la movilidad sostenible que han hecho los distintos gobiernos españoles con y para con Euskadi.
Espero, y lo digo muy sinceramente, que el exalcalde Irun, señor Santano, rompa esta tradición sectaria y marginadora para con vascos y vascas. Quiero creer y así lo manifiesto que el señor Santano rompa esta deriva y abra una nueva expectativa, pase página de una política retardadora. Ojalá así sea. Dignificaría la política con mayúsculas. En sus primeras declaraciones públicas es cierto que se ha comprometido a dar un impulso al TAV en Euskadi y acelerar la ejecución de las obras de las estaciones de las tres capitales vasca e Irún. Tiene, lo reitero, y lo digo muy sinceramente, mi voto de confianza. Le creo. Habiendo sido alcalde una localidad ferroviaria y fronteriza me inspira ser optimista al respecto. La confianza y la esperanza es lo último que se debe perder.
Estamos hablando de una Y cual paso natural entre la península y el resto de Europa. Casi nada. Y ello en un contexto en el que las sucesivas “ampliaciones” de la UE, por así decirlo, han desplazado el centro de Europa hacia el este, generando por tanto que la distancia resultante del Arco Atlántico haya reducido la accesibilidad de la economía a mercados importantes. Por ello la necesidad de integrar y llegar a, digamos, llamadas “masas críticas” de otras zonas económicas.
Este fenómeno afecta paulatinamente, aunque quizás en diferentes intensidades, a todos los territorios del Arco Atlántico. La pérdida de esta centralidad, esta tendencia a la “periférización”, implica a través de nuevas políticas conjuntas de desarrollo territorial para no quedarse al margen de los nuevos polos de desarrollo. De ahí la necesidad del desarrollo y la promoción de ejes de comunicación intraeuropeos.
El objetivo es claro: reducir las distancias, en términos de tiempo y costo. Ciertamente los riesgos de deslocalización hacia territorios donde los costes de producción son evidentes. Euskadi cuenta, lo subrayo, con una ubicación geográfica estratégica y ventajosa en el centro mismo de este Arco Atlántico lo que le otorga una privilegiada ventaja natural para el tráfico entre los mercados europeos y el resto de la Península Ibérica. Se trata de implementar una magnífica oportunidad a aprovechar para desarrollarse en un nuevo contexto logístico derivado de la globalización.
Ello impone una situación organizativa mucho más compleja para todos los agentes económicos y sociales. Hablo de una eficaz y novedosa intermodalidad. Continuará muy próximamente.